Las causas emocionales y físicas de las cefaleas y migrañas
Hoy en día, con una pandemia por coronavirus en pleno desarrollo y que no quiere desaparecer, los dolores de cabeza se han disparado en todo el mundo. Por lo tanto, cuando el cerebro “reclama” por medio de algunos síntomas tales como cefaleas y migrañas, entonces lo mejor es prestar atención a la señal que nos envía el cerebro. Si bien, no siempre un dolor de cabeza tiene en su origen una patología grave, tanto cefaleas como migrañas representan una de las quejas habituales en las consultas, especialmente, cuando están asociadas a altos niveles de estrés, se reiteran en el tiempo y duran más de lo que uno está dispuesto a soportar y tolerar.
La cefalea es un dolor intenso y persistente que puede afectar cualquier parte de la cabeza, acompañada de una sensación de pesadez y que a menudo se relaciona con la tensión nerviosa. Es un síntoma frecuente y, según la OMS, se presenta a lo menos una vez en el año en más del 50% y hasta en el 75% de la población. Puede ser originada por varios factores: falta de sueño, contaminación ambiental, vivir emociones fuertes y negativas, fatiga, consumo de algunos fármacos, uso de anticonceptivos, sufrir de hipoglicemia, consumo de algunos tipos de alimentos.
La sensación es la de un dolor opresivo y de que “algo aprieta la cabeza”, sensación que disminuye a través de la relajación o la práctica de ejercicio físico liviano para descontracturar los músculos y hacer circular la sangre. Las cefaleas se clasifican en cuatro tipos básicos: (a) las vasculares (o migrañas), que se producen por trastornos en los vasos sanguíneos del cerebro, (b) las tensionales, causadas por la tensión que sufren los músculos de la cara o el cuello, (c) las de tracción y (d) las inflamatorias. Estas dos últimas pueden ser síntomas de otras enfermedades de carácter algo más graves.
La migraña, por su parte, se describe como un intenso y punzante dolor en la frente, la sien, alrededor de los ojos, los oídos y la mandíbula, que puede durar de 6 y hasta 48 horas, que comienza en un lado de la cabeza y que puede extenderse hacia el otro lado, con un dolor de tipo pulsátil, que a menudo va acompañado de náuseas, vómitos, mareos y trastornos visuales. Las principales víctimas de las migrañas son las mujeres y los episodios críticos de migrañas son tres veces más frecuentes en ellas. Las causas de las migrañas –que afectan entre el 15% y el 30% de la población, pueden ser hereditarias y aparecen entre los 10 y los 45 años– se asocian a una actividad cerebral anormal que causa la dilatación y constricción de los vasos sanguíneos de la cabeza. Algunas causas de las migrañas son: experimentar mucho estrés y ansiedad, cambios en los hábitos de sueño, abstinencia de cafeína, ingesta de alcohol, ruidos fuertes o luces muy brillantes, olores muy intensos, saltarse comidas, fumar o estar expuesto al humo del cigarrillo.
Ciertos alimentos pueden causar una migraña: el chocolate, alimentos que tienen glutamato monosódico (presente en muchos alimentos procesados), algunas frutas (plátano, cítricos, palta, higos), carnes que tienen nitrato (salchichas, tocino, salame), alimentos con tiramina (vino tinto, pescado ahumado, hígado de pollo, ciertos quesos), cebollas, pickles, maní, nueces.
Una característica de la migraña es la aparición del fenómeno llamado “aura” que se produce 10 o 30 minutos antes del ataque de dolor. El “aura” es una señal de alerta y se refiere a síntomas neurológicos que se caracterizan por una visión con líneas en zigzag, luces brillantes, fotofobia o fonofobia (intolerancia a la luz o a los ruidos). A esto se suma la dificultad para hablar, una sensación de adormecimiento de brazos o piernas, temblor de cara o labio, confusión mental. Un ataque de migraña puede producirse en cualquier momento y ocurrir varias veces en la semana o ser tan infrecuente como una vez al año. Hay quienes presentan una “jaqueca predecible” cada sábado por la mañana después de intensas jornadas de trabajo, o bien –en el caso de las mujeres– antes, durante y después de la menstruación, debido a fluctuaciones de tipo hormonal.
Las cefaleas tensionales ocurren en situaciones de estrés y son generadas por las contracciones en los músculos del cuello y la cara. El dolor puede ir de leve a moderado, sintiéndose como una fuerte presión sobre la cabeza. Alrededor de un 85% de las cefaleas caen en esta categoría y pueden ir acompañadas de trastornos gastrointestinales y visión borrosa, pero sin que se manifieste el aura de las migrañas clásicas. No se relacionan ni con los alimentos ni con hormonas del organismo y tampoco tienen una clara conexión del tipo hereditario. Puede ser de tipo crónica, con una duración que va desde algunas semanas, hasta meses y años. Los pacientes lo describen como un dolor permanente y localizado como una “banda alrededor de la cabeza” o como si ésta estuviera metida en una jaula que la presiona. A menudo, la cefalea está asociada con depresión y angustia. De hecho, los pacientes relatan que sienten este dolor de cabeza temprano en la mañana o bien, por la tarde, es decir, cuando anticipan conflictos en su trabajo o en su hogar.
No sólo los “factores emocionales” (o “heridas del alma”) pueden desencadenar una cefalea tensional. También pueden influir ciertas posturas físicas de carácter viciosas que tensan los músculos de la cabeza y del cuello: mantener una conversación con el teléfono entre el hombro y la oreja, o bien, por la disfunción de la articulación temporomandibular producida por el bruxismo, sea éste diurno o nocturno. La cefalea es un síntoma que puede ser útil para desenmascarar otro mal detrás del síntoma. Es lo que sucede con las cefaleas de tracción o de tipo inflamatorias. Detrás de la cefalea puede esconderse un problema de tipo visual, un hematoma producto de un trauma encéfalo craneano (TEC), meningitis, otitis, una infección dental, un glaucoma, etc. Es más. Este síntoma puede estar mandando una señal de un accidente vascular encefálico o de un tumor cerebral, que está presionando tanto las fibras nerviosas, como así también los vasos sanguíneos.
Para tranquilidad de las personas afectadas por cefaleas, jaquecas o migrañas, existe una serie de tratamientos para combatir los ataques agudos de dolor. Incluso un buen y relajante masaje puede hacer la diferencia para que los dolores de cabeza desaparezcan. Pero lo más importante, es hacer una labor de prevención que identifique las posibles causas que están influyendo para que se desencadene la migraña o una cefalea.