Kínder Obligatorio./ Por Anne Traub, Directora Ejecutiva Fundación Niños Primero.
Mineduc dio a conocer un reporte que nos alerta como sociedad: altas tasas de deserción y significativas bajas en las matrículas para prekínder y kínder este 2021. Sin embargo, el tema es más profundo que la matrícula, pues haya o no pandemia, los preescolares no van a clases. El problema se llama asistencia. A los niños más vulnerables los matriculan y no los llevan.
¿Por qué ocurre esto?
La Encuesta Casen lo levanta fuerte y claro para el caso del jardín infantil (argumento extrapolable a estos niveles escolares): un 72% de los padres consideran que no es necesario que asistan o que los cuidan mejor en la casa. Es decir, un factor cultural que tomará años en cambiar de rumbo porque se necesita también educar a los padres respecto a la relevancia y entregarles confianza en el sistema.
Como activista de la educación inicial -con hijas preescolares y con más de cinco años con los “pies en el barro” llevando un programa de educación preescolar a domicilio, personalizado, a más de 2500 familias de contextos vulnerables de Iquique a Puerto Aysén- puedo afirmar desde la experiencia que no hay mejor política pública para niños de 5 años que aportarles educación preescolar obligatoria.
Los rezagos en el aprendizaje, el deterioro de la salud mental y del desarrollo socioemocional de los niños por la falta de asistencia en pandemia ya se evidencia en los estudios. Los perjudicados son justamente los más vulnerables.
Año que pasa, año que una cohorte de niños se educa menos, pierde oportunidades y se amplía la brecha. El kínder obligatorio es urgente.