Perseverancia y coraje: más importantes que el talento.
Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl / Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)
Una serie de expertos en el tema del coeficiente intelectual (C.I.) han estudiado la verdadera relación existente entre el nivel de inteligencia y los logros que alcanza una persona en su vida y, para sorpresa de quienes creen –o piensan– que un poderoso intelecto es la clave para alcanzar con éxito ciertas metas, un equipo de psicólogos de la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos, sacó a la luz que el talento aportaría tan sólo el 25% del rendimiento y del éxito que alcanza una persona en la vida, en tanto que el resto se debe a ciertos rasgos de personalidad del sujeto: la pasión y el coraje de la persona, su nivel de creatividad, el esfuerzo… y un poco de suerte.
Los relatos acerca de los grandes genios de la historia se centran –y se basan– exclusivamente en sus momentos de inspiración, momentos que dan lugar a grandes descubrimientos científicos, pero se olvidan completamente de los largos meses de trabajo que estos genios dedicaron a sus investigaciones, previo a sus descubrimientos.
Revisemos uno de los diversos casos documentados: el matemático Andrew Wiles trabajaba en la Universidad de Princeton arduamente en la resolución del Teorema de Fermat, un teorema conjeturado por el matemático Pierre de Fermat en el año 1637 y que llevaba más de 350 años desafiando a los científicos, sin que nadie hubiese sido capaz de encontrar la solución a dicho problema matemático. Pues bien, el Dr. Wiles lo consiguió en el año 1995 y se convirtió, en su momento, en el centro de la atención del mundo científico: su talento fue alabado por todos, y uno de sus colegas afirmó, incluso, que sólo uno de cada 1.000 matemáticos era capaz de comprender lo que Andrew Wiles postulaba.
Lo que nadie sabía, tal como el Dr. Wiles le confesó a la revista científica Psychology Today, es que él “había dedicado a la resolución de ese problema gran parte de su vida y que en los últimos siete años había trabajado más de 15.000 horas” en la resolución del Teorema de Fermat.
De ahí que en los análisis que hace un grupo de psicólogos como el Dr. Martin Seligman y la Dra. Angela Duckworth de la Universidad de Pensilvania, el Dr. Joseph Renzulli de la Universidad de Conneticut y el experto en C.I. Louis Terman, llegan a la conclusión que entre el conjunto de sujetos estudiados había un grupo de ellos que “eran brillantes, perseverantes y ambiciosos, pero había muchos otros que no eran genios, pero que eran ferozmente tenaces”.
Fue así como Seligman y Duckworth decidieron llamar “coraje” a ese tipo de tenacidad que no se detiene ante ningún obstáculo, rasgo que también había sido estudiado por el Dr. Terman, quién hizo un seguimiento de un grupo de niños superdotados durante muchos años y descubrió que era “su persistencia y coraje” lo que diferenciaba a los sujetos exitosos. El coraje, en este caso, corresponde al valor, decisión y pasión con que se acomete una acción, una meta o un objetivo. Asimismo, el coraje corresponde a un aspecto importante de la Psicología Positiva que le permite a un sujeto superar las limitaciones personales y buscar una vida plena.
Por su parte, el Dr. Renzulli descubrió que los tres elementos que garantizaban el éxito de la persona eran: (a) el compromiso con las metas (perseverancia y trabajo duro), (b) la creatividad y (c) las capacidades o talento de la persona.
Entonces, ¿por qué razón –socialmente– se estima más el talento que la perseverancia? La respuesta es bastante sencilla: existen muchos mitos históricos sobre el talento que se basan en la esplendidez y lo maravilloso que resulta el momento creativo propiamente tal, pero que no explican en absoluto el contexto en el cual se dio el “chispazo” de inspiración.
Cuando se analizan los trabajos del genial músico de origen austríaco, Wolfgang Amadeus Mozart, se suele destacar que Mozart “veía en su cabeza” las partituras de sinfonías completas, pero se omite por completo que en su diario de vida este gran compositor y pianista reconocía, que luego de esas visiones, él trabajaba durante muchos meses refinando y reescribiendo sus composiciones.
El Dr. Joseph Renzulli, quién dedicó toda su vida a estudiar a niños talentosos, afirmó en muchos de sus escritos y publicaciones que las capacidades cognitivas no garantizaban el éxito en la vida. De ahí que Renzulli y Seligman destaquen una serie de factores concomitantes necesarios para que eso suceda. Revisemos algunos de estos factores:
- Pasión: de acuerdo con el Dr. Renzulli, la pasión sería el factor clave para el éxito, por cuanto, se es tenaz y perseverante con aquello que se ama hacer. En este sentido, la pasión que un niño demuestre hacia un campo del conocimiento, será el primer indicador al que se le deberá prestar atención. Por lo mismo, la sugerencia que hace este psicólogo a los padres interesados en el desarrollo integral de sus hijos, es que desde temprana edad pongan a los niños en contacto con las más variadas disciplinas y áreas del conocimiento, con la finalidad de que los menores descubran por sí mismos aquello que más los apasiona.
- Cultivar el conocimiento: el coraje para hacer frente a los desafíos va de la mano con la persistencia a la hora de alcanzar el éxito en la vida. Según señala Seligman, el hecho de plantearse uno mismo ciertos límites y verificar si se es capaz de superarlos, suele ser un factor altamente motivador.
- Tenacidad: sólo aquellas personas que se enfocan en una determinada meta son capaces y están en condiciones de auto disciplinarse con la finalidad de alcanzar su objetivo, lo que también implica una cierta dosis de bien entendida ambición, a saber, el deseo de llegar más lejos o convertirse en una persona más capaz en el campo en el cual se está trabajando. En definitiva: es la tenacidad la que permite a las personas avanzar y seguir adelante pese a los obstáculos, dificultades y fracasos que se presentan en el camino.
Digamos, finalmente, que es el conjunto de todos estos elementos: una cuota de coraje, pasión, tenacidad, creatividad, talento y… un poco de suerte, lo que determina que una persona tenga –o no– éxito en la vida.