La educación y la gestión del talento humano

Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl

Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)

Nelson Mandela, primer presidente negro elegido en forma democrática en un país como Sudáfrica que propiciaba el Apartheid –o separación de razas–, fue uno de los líderes más grandes y reconocidos que ha tenido la historia de la humanidad, cuya influencia, carisma y magnetismo personal permitió sanar y unir a una nación como Sudáfrica, un país que  estaba dividido y destrozado internamente por el grave estigma del racismo, la injusticia y la existencia de grandes brechas económicas y sociales, factores que tuvieron al país al borde de una guerra civil.

Una de las frases más significativas que distinguían a este gigante entre los líderes y que él repetía incansablemente, era: “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. La explicación es muy simple de comprender: la educación es el gran motor del desarrollo personal y del potencial que representa el talento y el Capital Humano de una nación, único capital que no se deprecia, sino que, por el contrario, con cada día que pasa aumenta su valor en conocimientos, habilidades y capacidades que se logran sacar a la luz por intermedio de la formación y una educación de calidad.

El presidente Nelson Mandela fue un ser humano que mostró al mundo cómo debe comportarse y actuar un verdadero líder que entrega todo su esfuerzo, energía, dedicación y compromiso en favor de todos sus conciudadanos, fueran blancos, negros o mestizos, por cuanto, a pesar de haber sido terriblemente humillado, golpeado y encarcelado injustamente durante 27 años de su vida, luego de salir de prisión perdonó de corazón a todos aquellos que tanto daño le causaron a él y a su familia, y optó por dedicar el resto de su vida a trabajar arduamente por el bien común de su país y no para beneficio propio o para favorecer intereses partidistas y/o particulares, tan común en Chile y en muchos otros países de Latinoamérica.

Por otra parte, basta traer a nuestra memoria que uno de los lemas que distingue a Harvard, una de las universidades más prestigiosas del mundo, es: “El conocimiento es poder” (“Knowledge is power”) y cuya misión como Universidad se orienta, precisamente, a educar a los futuros líderes, centrando sus esfuerzos en alcanzar un mundo que sea más justo, equitativo y promisorio para todos. ¡Cuánta falta nos hacen grandes objetivos, ideales y pensamientos como éstos! Y qué triste y penoso resulta ver a nuestra clase dirigente y a la élite económica de nuestro país velar hacendosamente por sus egoístas y mezquinos intereses.

Nuestros supuestos “líderes” deberían comprender –y tener muy claro– de una vez por todas, tal como lo entendió y puso en práctica el presidente Mandela, que el bien común, la educación y la formación de las personas deben enfocarse como los factores claves y estratégicos que representan la mejor inversión en capital humano, así como también en la gestión del talento de la gente, por cuanto, son las personas las que dan forma y cuerpo a una nación y a las organizaciones.

Michael Sandel, filósofo político y profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Harvard, es otro de los pensadores contemporáneos que apunta a la necesidad de tener una educación de calidad que favorezca las cualidades humanas y al tipo de personas que aspiramos a tener en nuestra sociedad, haciendo notar que “la educación debe convertirse en el eje central de la respuesta a la desigualdad, a los salarios estancados y a la pérdida de empleos”. ¿Qué duda cabe, entonces, acerca de la relevancia que adquiere el hecho de recibir una educación de calidad?

Destaquemos, finalmente, una frase muy poderosa de Nelson Mandela –quién ha sido llamado por muchas personas el “Presidente de la Humanidad”–, una frase que merece toda nuestra atención, admiración y reconocimiento y que señala lo siguiente: “Derribar y destruir es muy fácil. Los verdaderos héroes son aquellas personas que construyen y trabajan por la paz”, que fue, justamente, lo que hizo este gran hombre y ciudadano del mundo, al predicar con su propio ejemplo.

 

 

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