¿ES SU JEFE UN TIRANO?

Por Dr. Franco Lotito C.  —  www.aurigaservicios.cl, Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)

Existe un principio rector muy claro y preciso: los líderes no solamente nacen, sino que también se hacen. Y se hacen como todo lo demás en la vida: a través de trabajo duro, constante y disciplinado.

Si se da el caso de que en su oficina algunos de los directivos sólo se dan a entender a través de gritos, o bien, retan y humillan a sus colaboradores en público, se apropian de las ideas y del trabajo de su personal a la hora de presentar los proyectos ante la Gerencia superior, entonces usted está en presencia de los llamados “ogro sapiens” o también “anti-líderes”. Y lo que es peor: usted mismo podría ser, eventualmente, uno de ellos.

En organizaciones donde la estructura jerárquica es predominantemente verticalista –o piramidal– y no horizontal como lo son la mayoría de las empresas europeas y norteamericanas, el “respeto” que obtiene este “jefe” por parte de los trabajadores, es más bien por miedo y temor, antes que por cualquier otra cosa.

En función de lo anterior, el daño moral que se produce en los colaboradores se va acrecentando de tal manera, que  luego resulta muy difícil que las “presas y víctimas de los ogro sapiens” se atrevan a confrontar a este sujeto, prefiriendo hacer uso de dos posibles alternativas: (a) agachar la cabeza y recibir los misiles emocionales por parte de este ogro sapiens, bajo la forma de insultos, amenazas, descalificaciones, etc., o bien, (b) renunciar a su puesto de trabajo y buscar una nueva fuente laboral, en cuyo caso, hay que tener muy presente que los trabajadores, generalmente, no renuncian a las empresas, sino que renuncian a los malos jefes.

Diversos expertos en el tema de los anti-lídes y malos directivos, tales como Caprara y Hornstein, destacan las siguientes características de estos sujetos:

  1. Ejercen la autoridad porque “es el jefe”, no porque la gente los considere un líder, por cuanto, el ejercicio del liderazgo en propiedad, implica generar confianza en las personas, conquistando sus corazones y ganándose el respeto de los trabajadores y no imponiendo su voluntad por la fuerza y a punta de gritos o insultos.
  2. Tienen la boca mucho más grande que las orejas, es decir, hablan mucho y escuchan muy poco, representando al típico “asignador de tareas”, a saber, aquel tipo de individuos que indican y señalan todo lo que hay que hacer, pero sin nunca explicitar ni aclarar por qué y para qué deben ser realizadas dichas tareas.
  3. Viven bajo el principio “mientras yo no me vaya del trabajo, tampoco se van los demás”: como es un sujeto desconfiado, controlador e incapaz de delegar, entonces quiere estar informado y al tanto de cada detalle, lo que lo lleva a quedarse hasta tarde en la oficina, algo que termina por hacerlo aparecer ante los ojos de los demás como un sujeto irritante al mismo tiempo que muy irritable.
  4. Muestran incapacidad y/o nula disposición para generar un posible sucesor: por oposición a los buenos líderes que buscan y forman gente para que lo empujen, lo motiven y lo superen, el ogro sapiens –por temor a que algún otro colaborador de la empresa le “haga sombra”–, lo que hace, es poner a competir a sus colaboradores unos contra otros, bajo el precepto latino: “divide et impera”, es decir, “dividir para dominar y reinar”, frase atribuida al dictador y emperador de la antigua Roma, Julio César. La razón para adoptar este tipo de conducta es muy simple: el mal jefe percibe entre sus trabajadores a personas talentosas y con alto potencial que podrían convertirse, eventualmente, en posibles “rivales” a su posición de poder y autoridad, en función de lo cual, busca –a como dé lugar– pasar por encima de los demás y hacerse indispensable en la empresa.
  5. No están dispuestos en forma voluntaria a participar en talleres ni cursos donde puedan aprender a liderar, resolver conflictos o a trabajar en equipo, ya que eso podría significar reconocer ante los demás sus falencias, debilidades y falta de conocimiento al respecto de estos temas. También puede suceder que la Gerencia superior ordene a este mal jefe a que participe en algunos talleres de liderazgo o de trabajo en equipo. Sin embargo, para este tipo de sujetos, la asistencia a un seminario de liderazgo no implica, necesariamente, que esté dispuesto a asumir y aplicar de manera práctica lo aprendido en los talleres y cursos de capacitación.

En este sentido, es necesario dejar constancia que aun cuando se asista a un taller para saber cuáles son las características y rasgos que distinguen a un buen líder, eso no significa en absoluto, que el ogro sapiens –una vez que termina su etapa de formación y capacitación– se convierta, ipso facto, en un “buen jefe”, por cuanto, se requiere de un proceso de entrenamiento de más largo aliento, de un entrenamiento que exige de un acompañamiento y modelaje, el cual, en ocasiones, sólo puede ser entregado por alguien que haga las veces de Coach de este sujeto, alguien que le entregue orientación y retroalimentación de manera regular acerca de su desempeño en la oficina, en función de los nuevos conocimientos adquiridos en el taller.

Este aspecto, es uno de los grandes errores que comete la alta Gerencia al no prestar atención a este importante factor: el seguimiento y acompañamiento que debe existir en el proceso formativo de aquel sujeto que estará a cargo de un grupo de trabajadores.

La razón es muy simple de comprender. El verdadero líder, el buen líder, no sólo debe ser capaz de decirle a su gente lo que debe hacer, sino que debe enseñarles las razones de por qué deben hacerlo y repetir este proceso hasta que los colaboradores estén convencidos totalmente y entiendan por qué razón deben hacer lo solicitado.

Digamos, finalmente, que el liderazgo no descansa única y exclusivamente en el hecho de disponer de talento para liderar, sino que también se requiere, necesaria y obligatoriamente, de compromiso personal, disciplina, confianza, de un cierto sentimiento de orgullo y capacidad para motivar a los colaboradores para que lo sigan a uno.

Por lo tanto, recuerde y tenga siempre presente, que no existe el camino fácil, ni tampoco existen los atajos.

Agregar un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *