El hombre: el depredador de los hombres… ¿sólo una teoría o una realidad?
Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)
Tal como veremos más adelante, son numerosos los científicos, pensadores e investigadores del comportamiento humano, quienes aseguran que el hombre puede ser el principal causante de la extinción de la especie humana. Es el mismo hombre que tortura, maltrata y asesina de manera –en ocasiones– despreciable y vil a mascotas como gatos, perros, y a otros seres vivos capaces de sentir emociones como el afecto, temor, miedo, alegría, etc., y que no se pueden defender ante la malignidad de algunos seres humanos.
Por otra parte, este “hombre violento y destructor” se ha convertido, asimismo, en el causante directo de las grandes catástrofes –y desastres– climáticos que está sufriendo, hoy en día, la gran mayoría de los países de este aporreado y ultra explotado planeta llamado Tierra: lluvias torrenciales, ciclones tropicales y tornados al por mayor, altas temperaturas sofocantes, etc., que están causando la muerte de mucha gente.
Homo homini lupus –el “Hombre es el lobo de los hombres”– es la frase en latín que el filósofo inglés Thomas Hobbes –considerado uno de los fundadores de la filosofía política moderna– utilizó ya en el siglo XVII para referirse al ser humano al observar y analizar con mucha atención ciertos actos y conductas emitidas por los hombres de su época que estaban reñidas con el comportamiento ético y moral.
Hobbes, en su obra “Sobre el ciudadano” destaca al egoísmo como un rasgo básico y característico del ser humano, si bien, la sociedad –con todas sus falencias, crisis y limitaciones– intenta –sin mucho éxito, eso sí– mitigar y corregir tal conducta, buscando favorecer una sana convivencia entre las personas.
Al igual que Hobbes, el Dr. Sigmund Freud, médico neurólogo, padre del Psicoanálisis y una de las mayores figuras intelectuales del siglo XX, utilizó en sus escritos el mismo concepto, a saber, “homo homini lupus”, para destacar la grave falencia –bajo la forma de agresividad y uso de la violencia sin mesura– que afecta a la humanidad desde hace muchos siglos, debilidad que –aunque parezca un contrasentido– ha llevado a los seres humanos a convertirse –de acuerdo con el naturalista inglés Charles Darwin– en la “especie más adaptada y la más peligrosa” que ha puesto sus pies sobre la tierra.
En este sentido, resulta ser un secreto a voces, que el comportamiento egoísta, violento e irresponsable del ser humano está ad portas de conducir a su propia especie –si es que pronto no se produce un cambio profundo y radical de su actitud y conducta– a la cierta posibilidad de extinguirse.
El conocido antropólogo estadounidense Marvin Harris es aún más ácido y preciso en sus apreciaciones, al señalar que “somos la especie más peligrosa del mundo no porque tengamos los dientes más grandes, las garras más afiladas, los aguijones más venenosos o la piel más gruesa, sino porque sabemos cómo proveernos de instrumentos y armas mortíferas que cumplen la función de dientes, garras, aguijones y piel con más eficacia que cualquier simple mecanismo anatómico”.
Ejemplos muy claros de lo anterior, son la destrucción y extinción de cientos de especies de todo tipo –aves, especies marinas y terrestres–, la grave contaminación ambiental, la lluvia ácida, la polución del aire, la depredación de los océanos, la sobre explotación, incendio y destrucción de los bosques, el envenenamiento del agua, el calentamiento global, la radiación nuclear, la destrucción de la biodiversidad, el peligro siempre latente de una Tercera Guerra mundial (esta vez con bombas atómicas), etc. Estas son tan sólo algunas de las tantas señales que debieran alertarnos de que hay algo que nuestros supuestos “líderes, autoridades y dirigentes mundiales” no están haciendo bien.
Por su parte, el entomólogo y biólogo norteamericano Edward Osborne Wilson asegura que a causa del descontrolado comportamiento del ser humano, la diversidad terrestre se está reduciendo a un paso muy acelerado por efecto de la “destrucción de los hábitats naturales y nichos ecológicos, una destrucción que incluye un marcado deterioro de nuestro medio ambiente debido al recalentamiento del clima”. Asimismo, este reconocido biólogo destaca que se ha producido un grave deterioro de nuestro hábitat debido a la propagación de diversas especies invasoras, por la contaminación ambiental y la brutal sobreexplotación de los recursos naturales. Al respecto de lo anterior, sus proyecciones son muy negativas, al afirmar, que si nuestra actual sociedad no es capaz de “reducir el nivel de destrucción causado por el hombre a corto y mediano plazo, podría suceder que a finales del siglo XXI habremos perdido la mitad de las especies vegetales y animales de la Tierra”.
Otra estudiosa que se suma a este reclamo, es la conocida antropóloga Margaret Mead, quien, de acuerdo con sus análisis e investigaciones, aseguraba que la humanidad estaba viviendo más allá de sus medios, a raíz, de que el estilo de vida actual, lo que hacía era drenar la tierra de sus recursos invaluables e irremplazables, donde no se tenía en cuenta el futuro de los propios hijos, ni tampoco al resto de las personas en el mundo.
Un caso emblemático de un lobo depredador, egoísta, mentiroso y violento lo representa a la perfección, hoy en día, Vladimir Putin, el actual presidente de Rusia, quién no cesa de amenazar militarmente a cualquier país que ose cuestionar el liderazgo y poderío de su país, así como también a todo aquél que se atreva a oponerse a sus decisiones, ya sea por medio del uso de la fuerza bruta y de agresiones de tipo militar en contra de aquellas naciones que no acepten sus exigencias, así como también a través del uso de las armas atómicas, amenazando con la posibilidad de una tercera guerra mundial.
Por otra parte, de acuerdo con lo que consigna el Dr. Sigmund Freud en su libro “El malestar de la cultura”, para muchos integrantes de la especie humana “el prójimo representa no sólo un sirviente potencial u objeto sexual, sino que también alguien que los tienta a satisfacer su agresividad, explotar su capacidad de trabajo sin compensación, utilizarlo sexualmente sin su consentimiento, apoderarse de sus bienes, humillarlo, causarle dolor, torturarlo y matarlo”. De ahí, entonces, su expresión “homo homini lupus”.
Digamos, finalmente, que a pesar del “éxito poblacional del ser humano” –ya que estamos próximos a cumplir ocho mil millones de habitantes sobre la Tierra– para muchos científicos, expertos e investigadores, la especie humana representa el mayor peligro y la mayor amenaza para la vida en la Tierra, para nuestra existencia como sociedad y, en consecuencia, para nuestra propia supervivencia como especie.