Cultura de las infancias
Por Claudia Lagos Serrano, subsecretaria de Educación Parvularia
En este mes donde celebramos a las niñas y niños, más allá del incentivo al consumo y lo material que conlleva el “Día del Niño”, resulta importante rescatar la esencia de una fecha que conmemora la ratificación por parte de Chile de la Convención de los Derechos del Niño y la Niña (1990) y que, en lo práctico, nos incentiva en avanzar hacia una mirada respetuosa y a construir una cultura de las infancias, que reconozca a niñas y niños como ciudadanas y ciudadanas, con participación, opinión e incidencia.
Dentro de estos derechos, la Educación Parvularia ocupa un rol central. Hoy en nuestro país existen 11.845 establecimientos con primer nivel educativo y es aquí en las salas cuna, jardines infantiles y escuelas, donde cada día casi 730 mil niñas y niños acceden a experiencias únicas e irrepetibles. Aquí, a través del juego como motor de los aprendizajes, indagan, exploran y se desarrollan integralmente.
Desde la Educación Parvularia, los referentes curriculares, documentos orientadores y todas las acciones que impulsamos desde el Ministerio de Educación, ponen en el centro a las niñas y niños, donde la planificación de procesos de enseñanza y aprendizaje diversificados son claves para avanzar desde una perspectiva integrada, sistémica y permanente, por eso seguiremos avanzando en concientizar a todas y todos sobre la importancia y los beneficios que tiene la educación inicial en el desarrollo educativo, considerándola como un bien común que beneficia y fortalece las relaciones sociales de todas y todos.
Como sociedad el llamado es a seguir construyendo y trabajando en conjunto por una cultura de las infancias, con acciones concretas, dejando atrás la mirada adultocéntrica, naturalizada en frases como: “los niños grandes no lloran”, o “deja de comportarte como niño”, validando sus ideas y emociones. Este cambio paradigmático, nos permitirá como adultos entender de mejor manera qué implica mirar el mundo con ojos de niños, entregándole herramientas como espacio de bienestar, con acciones simples como la disposición de los adultos en situaciones cotidianas, aumentando los espacios protegidos y resguardando sus derechos.