Investigador del Centro i~mar ULagos participa en exitoso buque científico

Una experiencia sin duda inolvidable y muy provechosa para cualquier investigador es poder formar parte del buque científico Schmidt Ocean Institute quien recientemente comunicó el descubrimiento de unas 50 nuevas especies y “montes submarinos” en un sector entre la costa chilena y la isla de Rapa Nui.

La expedición se inició en enero con la participación de diferentes investigadores de todo el mundo que se suman en distintos periodos del viaje, uno de ellos es el Dr. Matthew Lee, investigador del Centro i~mar de la Universidad de Los Lagos quien fue invitado a embarcarse en febrero de este año por ser el único biólogo marino con especialidad en meiobentología en Chile. (Meiofauna: invertebrados menos de 1mm de largo. Bentos: el fondo marino).

Su llegada a este imponente buque científico perteneciente a una ONG de California y financiado por una acaudalada familia se dio a través de su colaborador principal, el investigador de la Universidad de Valparaíso, Dr. Eulogio Soto con quien ya había trabajado anteriormente.

En enero partió un crucero que visitó la isla Desventuradas y Juan Fernández, que luego se volvió a Valparaíso. Ahí mi colega Eulogio bajó y yo subí para dirigirme a Salas y Gómez hacia Rapa Nui. Me embarqué en febrero y bajé en abril, estuve 6 semanas y la verdad no quería bajarme. Esta fue mi primera visita a la zona, a pesar que tenía trabajo hecho con muestras que me traían de ahí, pero es impresionante estar ahí”, explica el investigador aún emocionado de haber formado parte de esta expedición.

Este buque internacional según nos comenta es un lujo, tiene una inversión billonaria, cuenta con tecnología del más alto nivel. En general tiene una tripulación internacional de alrededor de 35 personas, además el equipo científico de unas 20 personas más. Este buque fue reacondicionado hace un par de años y junto con tener todo el equipamiento tecnológico cuenta con salas de descanso, cine y acondicionamiento físico para el bienestar de sus tripulantes, muchos de los cuales permanecen varios meses a bordo.

 

DÍA A DÍA A BORDO

El trabajo diario -comenta- se hacía con un robot que tenía la posibilidad de bajar hasta 4 mil metros hurgando entre las profundidades del mar abierto, y es desde ahí que se obtienen muestras de sedimentos y de todo lo que existe alrededor. Las eco sondas son las que permitieron identificar la topografía y descubrir esos montes submarinos no explorados, se trata de una cadena o cordillera submarina con distinto nivel de altura, algunos incluso son visibles apenas 30 metros bajo la superficie en una cadena que puede alcanzar una profundidad muchísimo mayor hasta su base. El investigador sostiene que dichos montes son volcanes que se encuentran bajo el mar.

El trabajo habitual era lanzar el robot cuya inmersión puede durar hasta 12 horas, existen dos pilotos por turnos que son ingenieros y deben mantener el robot funcionando correctamente, controlan también los brazos del robot para sacar muestras y todo lo que se iba registrando se transmitía en vivo a través de internet. Son 8 pilotos que hacen turnos, lo mismo el equipo científico porque cuando estamos en un sitio ya instalados el trabajo es de día y de noche. Cuando el robot llegaba a cubierta los investigadores recibían las muestras para su posterior análisis. Yo trabajo con invertebrados microscópicos, de menos de un milímetro de largo, principalmente gusanos redondos. Entonces de esa muestra que llega a cubierta yo saco mis muestras, saco muestras para mi amigo Eulogio que trabaja con gusanos más grandes, otras muestras para bacterias y para todo lo que se pueda analizar”, explica el Dr. Matthew Lee.

 

OPORTUNIDAD ÚNICA

Esta es una oportunidad única que nunca más va a ocurrir en mi vida. Un buque de ese tipo no llega a Chile con frecuencia, entonces hay que aprovecharlo cuando está aquí sacar la mayor cantidad de muestras”, explica.

Según comenta el investigador del Centro i~mar, el sedimento que se obtiene a esas profundidades es muy diferente al que se obtiene en las costas, donde se logra un sedimento geológico con restos de rocas. En mar abierto es un sedimento biológico, son restos de organismos planctónicos que al morir, su concha baja y pasa a formar parte del fondo marino.

La muestra una vez llega a cubierta se fija con formalina que les permite mantenerse hasta llegar al laboratorio en tierra para comenzar a descubrir realmente lo que hay al fondo del mar.

El primer objetivo cuando uno comienza a revisar las muestras es la biodiversidad porque nadie ha tomado muestras en esa zona antes, entonces es muy probable que luego de analizarlas encontraremos muchas especies nuevas, toda esta información dará muchas sorpresas”, precisa el investigador.

El trabajo en laboratorio es el más largo. En octubre del año pasado ya estuvo embarcado en la zona del archipiélago de Juan Fernández desde donde ya pudo traer muestras, las que hasta ahora aún no termina de identificar. Con su experiencia y conocimiento calcula que en esas muestras ya tiene alrededor de cien especies, la cuales una vez puedan ser comparadas, sabrá mayores características y si son o no nuevas para la ciencia.

Con el material que obtuvo en esta reciente expedición del Schmidt Ocean Institute sabe que serán muchas horas en el laboratorio y tal vez le falten horas al día para poder lograr procesar todo lo que se trajo. Asimismo, está entusiasmado y convencido que tendrá grandes novedades. “Va a ser fascinante para mi comenzar a descubrir cosas nuevas cuando empiece los análisis. Dentro del primer año escribiré un paper con lo que vaya encontrando. La “gracia” de mis bichos es que son muy abundantes entonces si está presente en esta muestra, pueden haber cientos o miles”, señala.

Su pasión por el mar, por el descubrimiento y por el trabajo que realiza lo llevará nuevamente a embarcarse con el objetivo de muestrear ahora en la plataforma continental entre Valparaíso y Punta Arenas, entre octubre y noviembre de este año, sumándose a una investigación sobre cañones fuentes hidrotermales de la Patagonia.

 

Fotografías: Schmidt Ocean Institute, Gaspar González y Matthew Lee.

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