¿Cuáles son las cosas que estoy en condiciones de controlar?

Por Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl – Conferencista, escritor e investigador (PUC)

Así como hay muchas cosas que una persona puede controlar, también hay muchas otras que, efectivamente, la persona no  está en condiciones de controlar, a raíz de lo cual, es recomendable reconocer la diferencia entre ambas realidades y aprender lo antes posible a no sentirnos abrumados por aquellas cosas que están fuera de nuestro alcance.

Asimismo, es preciso hacer la diferencia en relación con el significado de los conceptos “locus de control interno” y “locus de control externo” introducidos por el Dr. Julian Rotter, psicólogo norteamericano, y utilizados ampliamente en el ámbito de la psicología.

El “locus de control interno” es un término que hace referencia a la percepción que tiene un individuo de que los distintos eventos que experimenta, ocurren, principalmente, como efecto o consecuencia de sus propias acciones, esto es, la percepción de que es él mismo quien controla su vida, es decir, tiene claro “dónde se localiza el agente causal de los acontecimientos de su vida cotidiana”. En función de lo anterior, la persona sabe valorar el esfuerzo, dedicación, perseverancia, las habilidades y la responsabilidad personal que se requieren para alcanzar un objetivo. A modo de ejemplo: un estudiante que obtiene una excelente nota en un examen, atribuirá el resultado obtenido a su esfuerzo, dedicación y horas de estudio, y no al azar o a la “buena suerte”.

Por otra parte, el “locus de control externo” se refiere a la creencia de que fuerzas externas o ciertos factores que están fuera del control del sujeto tienen un impacto significativo en su vida y resultados. En este caso, la persona atribuye los sucesos que vive o los resultados que obtiene a “fuerzas externas”, tales como la suerte, el karma, el destino, el horóscopo del día, una fuerza extraña del universo o la intervención de terceros, descartando que sean ellos mismos los “responsables” de lo que les sucede. Por ejemplo: el despido de su trabajo se debió a que el sujeto tuvo “mala suerte” o que fue “culpa de su jefe”.

Teniendo lo anterior muy presente, revisemos algunas de las principales  cosas que están dentro de mi control:

  1. Las metas que me propongo alcanzar: la persona, en conocimiento de sus cualidades, habilidades y competencias, es quien fija sus metas y es quien se esfuerza, se compromete y trabaja de manera disciplinada para conseguirlas.
  2. Mis pensamientos y acciones: los pensamientos intrusivos, invasivos, negativos, etc., no tienen cabida en la persona con locus de control interno y es ella misma quien guía y determina el curso de sus pensamientos y las acciones que las acompañan.
  3. La forma en cómo manejo los desafíos: en este caso, los desafíos están para ser superados, no existiendo espacio para el fracaso, por cuanto, si algo falla, la reacción es volver a ponerse de pie, sacudirse el polvo de la caída y volver a intentar superar el desafío, habiendo aprendido de los errores cometidos.
  4. Poder reconocer y aceptar mis límites: el autoconocimiento que caracteriza a las personas con locus de control interno determina que estas personas sepan con claridad meridiana hasta dónde pueden llegar y cuál es su límite en términos del esfuerzo o perseverancia que deberán dedicarles al logro de una determinada meta, en función de lo cual, su sentido común las lleva a fijarse objetivos que sean realistas y alcanzables.
  5. Cómo me hablo a mí mismo: en este caso, las personas se auto motivan, se levantan el ánimo a sí mismas, se auto impulsan con palabras de aliento de corte positivos. El auto insultarse o el sentirse decepcionado de sí mismo no es parte de su forma de ser.
  6. A qué o a quién le entrego mi energía: yo soy quien define –y decide– hacia dónde, cuánto y hacia qué cosas dirijo y entrego mi energía y mi fuerza. Una vez definida las metas u objetivos que deseo alcanzar, entonces lo que queda, es poner mi energía, compromiso y pasión al servicio del cumplimiento de dichas metas y objetivos.

Y… ¿cuáles son las cosas están fuera de mi control? Veamos algunas de ellas:

  1. Lo que los demás piensan de mí: resulta muy difícil, cuando no imposible, controlar aquello que otras personas puedan pensar acerca de mí. A lo más, a través de mis actos y comportamientos podría, eventualmente, ejercer una cierta influencia acerca de lo que, finalmente, piensen de mí. Recordemos que, a menudo, las personas tienden a colocar –de manera gratuita– “etiquetas” a gente que ni siquiera se han preocupado de conocer.
  2. Las opiniones de los demás: esta es otra de las cosas que resulta muy difícil de controlar, especialmente, cuando los sesgos personales y los prejuicios están a la orden del día, condición que lleva a las personas a sacar conclusiones, ideas y opiniones que son, en esencia, erradas e incorrectas.
  3. El pasado y el futuro: son dos factores que están fuera de nuestro control directo. El primero, porque son sucesos que ya ocurrieron y que no se pueden modificar, por lo tanto, lo único que queda es aceptarlos. Si dichos sucesos fueron negativos o errados, lo que se puede hacer, es aprender de ellos y no volver a repetirlos. En cuanto a lo que nos depara el futuro, a saber, aquello que todavía no ha ocurrido, sólo podemos hacer predicciones y/o suposiciones sobre la base del presente. Es decir, en base a lo que nos hemos propuesto hacer, poner el máximo de nuestro esfuerzo, dedicación, pasión, disciplina y fuerza de voluntad para lograr que nuestra predicción se cumpla, ya que hay muchas variables en juego que no podemos controlar y que, por cierto, pueden interferir con nuestras metas.
  4. Lo que sucede a mi alrededor: el entorno y las condiciones que rodean a una determinada persona pueden ser tan numerosas y de tal magnitud, que quedan fuera de nuestro alcance o control: contingencias sociales, económicas, políticas, ambientales, etc., son algunos factores que pueden influir, ya sea positiva o negativamente, sobre lo que está sucediendo en torno nuestro.
  5. Las acciones y conductas de otros: así como yo determino las acciones y conductas que quiero emitir, así también los otros son libres y están en condiciones, a su vez, de definir cómo desean actuar y comportarse, y no hay mucho que yo pueda hacer al respecto, salvo aceptar o rechazar tales acciones, o bien, buscar adaptarme de la mejor forma posible ante ellas.

En definitiva, hay que aprender a hacer la diferencia y concentrarse en aquello que sí está a nuestro alcance controlar.

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