La bioseguridad en la porcicultura aumenta la eficiencia y sostenibilidad del sector
En Chile, la industria porcina se caracteriza por un modelo de integración vertical que abarca desde la producción de alimentos para cerdos hasta su faena y comercialización. La producción se concentra principalmente en las regiones Metropolitana, O’Higgins y Maule, donde se genera el 95% del total nacional. Esta actividad no solo es fundamental para la economía del país, sino que también genera entre 10.000 y 12.000 empleos directos, además de un número significativo de empleos indirectos.
Con un valor de exportación de 743.222 millones de dólares, la carne porcina se posiciona como uno de los productos más relevantes dentro del sector agroalimentario chileno. Durante 2023, el 73% de esta producción se destinó a Asia, principalmente a China, Japón y Corea.
A pesar de la importancia de la industria, la clave para mantener su competitividad y calidad radica en una adecuada bioseguridad en los predios porcinos. Según María Ignacia Apel, Coordinadora Técnica de Porcicultura de MSD Salud Animal en Chile, la planificación y estructuración del predio son fundamentales para garantizar el bienestar de los animales y la calidad del producto final.
Importancia de la bioseguridad
La bioseguridad es un conjunto de medidas sanitarias y de manejo que buscan prevenir o minimizar el riesgo de ingreso y salida de agentes infectocontagiosos en los planteles porcinos.
Uno de los aspectos esenciales es la correcta elección del lugar de instalación, clave para evitar la propagación de enfermedades. Es crucial garantizar una distancia mínima entre cada predio y contar con un cerco perimetral que impida el acceso de personas y animales externos, entre otras medidas. Además, la infraestructura debe estar diseñada para optimizar las condiciones de temperatura y humedad, factores que impactan directamente en el confort y la salud de los cerdos.
María Ignacia Apel, Coordinadora Técnica de Porcicultura de MSD Salud Animal en Chile explicó que “las instalaciones deben tener un diseño adecuado para proteger a los animales y mantener la temperatura del ambiente. Por otra parte, el uso de biodigestores para el tratamiento de desechos y la orientación del predio en función del recorrido del sol (Este-Oeste) son medidas recomendables para mejorar la eficiencia térmica”.
Asimismo, la experta aseguró que es fundamental capacitar al personal de las granjas en temas de bioseguridad, ya que de ellos depende garantizar la salud y el bienestar de los animales.
Climatización y bienestar animal
Los cerdos son particularmente sensibles a las variaciones térmicas. Por ello, la altura del techo, la calidad del material utilizado y la correcta climatización del ambiente son factores clave para su bienestar. Según Apel, “para el alojamiento de los animales existen criterios evaluables como el espacio de comodidad, la evaluación de problemas en instalaciones, la temperatura, la ventilación y la concentración de gases nocivos como amoníaco, CO2 y otros. Además, el material del techo debe tener resistencia térmica para evitar el exceso de calor”.
Manejo adecuado en la producción
El manejo de las instalaciones debe adaptarse a las necesidades específicas de los cerdos en cada etapa de su desarrollo. Desde la lactancia hasta el engorde, los animales requieren un ambiente que favorezca su crecimiento y bienestar. El confort térmico, la limpieza, la desinfección y la nutrición adecuada son aspectos esenciales para garantizar el éxito en la producción.
En este sentido, la profesional sostuvo que “brindar condiciones adecuadas de manejo, climatización, nutrición y sanidad es fundamental para obtener índices zootécnicos satisfactorios y carne de alta calidad”.
Actualmente, Chile cuenta con un estándar oficial de bioseguridad desarrollado por el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), en colaboración con la Asociación de Productores de Cerdos de Chile (ASPROCER). Este estándar no solo busca prevenir enfermedades, sino también garantizar que la producción porcina chilena mantenga su competitividad a nivel mundial, ofreciendo un producto final de alta calidad que cumpla con los estándares de bienestar animal y seguridad alimentaria.