Un notebook no resuelve todo, pero puede cambiarlo todo
Por Emerson Marín, CEO y Cofundador de Lirmi
Hace más de 25 años, solo el 5% de los hogares tenía internet domiciliario, sencillamente un lujo, para algunas familias.
La mayoría de nosotros, solo podíamos acceder esporádicamente, pagando por una hora en un cibercafé, y sacar el máximo partido a cada clic.
Así aprendimos.
Con Osvaldo compartíamos el teclado, turnándonos entre tareas escolares y foros como Maestros del Web o Cristalab, donde se explicaba paso a paso cómo hacer una página en HTML o armar una animación en Flash.
Aprendías solo, o no aprendías. Pero en cada intento ganabas algo: curiosidad, autonomía, perspectiva.
Y desde esta escasez surgieron excelentes programadores, emprendedores, profesionales, que han cambiado el curso de su historia, personal, familiar y social.
Hoy, me impresiona ver que más de 100.000 estudiantes de 7° básico en escuelas públicas están recibiendo un notebook con un año completo de internet gracias a la Beca TIC de JUNAEB. Para muchos, es la primera vez que tienen una herramienta propia, nueva, que no deben compartir, que no tienen que devolver. Es la llave de acceso al conocimiento, al trabajo y a la movilidad económica.
Un computador con internet no es un premio: es poder.
- Poder buscar lo que no entendiste.
- Poder aprender a programar
- Poder crear una presentación, editar un video, contar tu historia.
- Poder romper el aislamiento intelectual que genera la pobreza.
Los datos son claros
- Un niño de 15 años con habilidades digitales tiene 5 veces más probabilidades de acceder a un empleo formal en su adultez (OCDE, 2020).
- Estudiantes con acceso a internet tienen un +45% de probabilidad de completar la secundaria.
- Dedican +60% más tiempo a tareas escolares.
- Tienen mejores niveles de autoestima académica y sentido de pertenencia.
- En Chile, beneficiarios de la Beca TIC aumentan su asistencia escolar en un +9% (Mineduc).
- Por cada 10 puntos de mejora en conectividad de banda ancha, el PIB per cápita sube entre 1,2% y 2,4%, especialmente en zonas rurales (BID + Red Clara).
¿Y qué significa esto en la práctica?
Significa que ese notebook puede ser la diferencia entre alguien que reproduce la historia de pobreza de su familia y alguien que la rompe. No es exagerado. El acceso digital cambia el punto de partida. Permite aprender por cuenta propia, desarrollar habilidades técnicas, preparar una prueba, lanzar un emprendimiento, trabajar remoto o simplemente entender el mundo.
Un joven conectado aprende a programar en YouTube, explora carreras universitarias, mejora su inglés en Duolingo, ve un tutorial de matemáticas que nadie le explicó. Un joven desconectado no. No por falta de talento, sino por falta de acceso.
Entonces, ¿cómo activamos ese potencial?
- Herramientas reales, sin romanticismo
Scratch, Code.org, Khan Academy, ChatGPT. Gratuitas, útiles, pero requieren acompañamiento.
- Proyectos con propósito, no tareas mecánicas
Usar tecnología para crear algo que tenga sentido para su comunidad, escuela o familia.
- Espacios para explorar
Clubes de programación, recreos tecnológicos, hackatones escolares. Hay que abrir terreno.
- Familias incluidas, no excluidas
Enseñar a madres y padres a usar las plataformas. Si no, la brecha digital se traslada al hogar.
- Tecnología como herramienta ciudadana
Saber buscar, contrastar, expresarse con respeto, cuidar la privacidad. Pensamiento crítico digital.
En Lirmi lo hemos visto una y otra vez:
Estudiantes que no destacaban, brillan.
Profesores que estaban agotados, se reactivan.
Comunidades que estaban resignadas, se organizan.
Ya se dio el primer paso: se entregó el hardware.
Ahora nos toca convertir eso en oportunidad.
Que esta generación no solo use tecnología.
Que la cree, la desafíe, la ponga al servicio de su mundo.