Juventud y dirigencia social en Osorno: el relevo que no puede esperar
En los barrios de Osorno, al igual que en gran parte del país, se repite una imagen: dirigentes sociales mayores que, con esfuerzo y constancia, sostienen las Juntas de Vecinos.
Gracias a ellos, muchos sectores cuentan con agua potable, pavimentación, sedes comunitarias y áreas verdes.
Son el cimiento de nuestra vida barrial. Pero tras esa entrega invaluable surge una pregunta inevitable: ¿quién tomará la posta cuando ellos ya no estén?
La escasa participación de jóvenes en las directivas no es un detalle menor. Es un síntoma de debilitamiento del tejido social. Aunque en Osorno más del 22% de la población corresponde a jóvenes entre 15 y 29 años (Censo 2017), su presencia en cargos vecinales es casi invisible.
En contraste, la mayoría de los liderazgos supera los 50 años. Tenemos juventud en los barrios, pero no en los espacios de representación.
Las causas son múltiples. Muchos jóvenes perciben a las juntas como estructuras rígidas y burocráticas.
La Encuesta Nacional de Juventud 2022 muestra que solo un 12% de los jóvenes participa en organizaciones sociales, lo que refleja una desconfianza extendida hacia las instituciones.
A esto se suma que los temas que más los movilizan, medioambiente, inclusión, innovación tecnológica, cultura urbana, rara vez forman parte de la agenda vecinal.
El problema no es solo de forma, sino de futuro. Si no integramos nuevos talentos, la participación comunitaria se irá apagando lentamente hasta desaparecer.
En algunos sectores de Osorno ya cuesta conformar directivas, y en otros los mismos dirigentes repiten cargos por falta de interés. Sin recambio, la organización vecinal está condenada a morir de inercia. Y con ello, muere también un canal fundamental de democracia local y de articulación social.
La educación superior tiene aquí un rol estratégico.
Osorno cuenta con universidades, institutos y centros de formación técnica que deben ser semilleros de liderazgo comunitario juvenil.
No basta con preparar profesionales para el mercado laboral; se requiere también formar ciudadanos con conciencia social.
Con más de 156 Juntas de Vecinos activas en la comuna, este es un terreno fértil para vincular formación académica y compromiso comunitario.
¿Cómo avanzar? Con Escuelas de Dirigentes Jóvenes que enseñen a gestionar proyectos y dialogar con autoridades; con prácticas comunitarias con propósito, donde estudiantes aporten creatividad y soluciones; con uso de tecnologías y redes sociales para acercar a la juventud; y con mentorías intergeneracionales que unan experiencia y energía.
La dirigencia social en Osorno no puede seguir recayendo solo en los hombros de quienes ya entregaron toda una vida a sus comunidades.
Si no abrimos espacios para la juventud, presenciaremos la lenta agonía de la participación vecinal.
Pero si lo hacemos, podremos abrir paso a un renacer comunitario, donde la innovación y la fuerza de los jóvenes se combine con la sabiduría de la experiencia.
El desafío es claro: formar y motivar dirigentes jóvenes no es una opción, es la única manera de evitar que la vida comunitaria muera en silencio. La educación superior tiene la llave para encender esa chispa.
La pregunta es si seremos capaces de asumirla antes de que sea demasiado tarde.