Quedarse “pegado en la rabia”… es equivalente a enfermarse
Por Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl – Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)
Las personas deberían tener muy claro que las emociones constituyen la base esencial de nuestro comportamiento. Es por ello, que debemos aprender a navegar de manera adecuada en ellas con la finalidad de impedir que nos superen o que seamos –literalmente– “aplastados” por ellas. Lamentablemente, las personas tienden a olvidarse con cierta facilidad de esta realidad.
Resulta importante, entonces, aprender a vivir las emociones de manera consciente y, lo que es más importante: ser capaces de identificarlas, reconocerlas y modularlas. En este sentido, las emociones son estados funcionales complejísimos que involucran a todo el organismo humano, en los que intervienen factores químicos, fisiológicos, endocrinos, incluyendo a los músculos de todo el cuerpo, donde “las emociones básicas son la rabia, el miedo, la alegría y la tristeza”, a las que, de acuerdo con la profesora Susana Bloch, psicóloga y psicofisióloga de origen chileno-alemán con estudios en las Universidades de Harvard y Boston, habría que agregarles “el erotismo y la ternura”.
Estas seis emociones tienen una relación directa con la supervivencia del ser humano, por cuanto, si en la época de las cavernas no hubiera existido el miedo –una emoción que permite preparar al sujeto para la huida o el combate– el ser humano habría muy pronto desaparecido como especie, en tanto que si tampoco hubiera estado presente el erotismo como emoción básica, también habríamos terminado por desaparecer de la faz de la tierra.
Estas emociones son respuestas muy básicas y elementales de las que surgen todas las demás emociones, ya que las otras –ira, enojo, cólera, felicidad, etc.– son una suerte de “tonalidades” de las emociones básicas, y dado el hecho que son mixtas y que el ser humano vive en medio de emociones mixtas, tenemos, entonces, que preocuparnos de hacer un esfuerzo por identificarlas y comprenderlas, por cuanto, primero se produce una reacción corporal, física e inmediatamente después se genera la experiencia emocional. Es decir, primero se presenta el llanto y en seguida viene la sensación subjetiva de tristeza, primero surge la risa y a continuación la sensación de alegría y felicidad.
El gran hallazgo de la experta en emociones, Susana Bloch, es haber identificado en su laboratorio de la Universidad Pierre et Marie Curie de Francia, lo que ella llamó “los patrones efectores emocionales”. De acuerdo con Bloch, las personas tienen una manera universal distinta de “respirar ante cada emoción básica”, aspecto que incide directamente en la adopción de una postura facial y muscular también universales. Es por ello, que el Dr. Daniel Goleman –conocido en el ámbito científico por haber puesto en el centro de la atención mundial el concepto de Inteligencia Emocional (I.E.)– haya señalado que el “método Alba Emoting” desarrollado por la profesora Bloch contenía las piedras angulares de la I.E.
Es así, por ejemplo, que la respiración asociada a una emoción como la rabia conduce a que comience a aparecer la expresión visual de la rabia en el rostro del sujeto, así como también en su propio cuerpo, proceso que termina con la persona sintiendo rabia, un estado emocional que, en ocasiones, puede llegar a ser incontrolable y provocar un daño irreparable.
Ahora bien, cuando ciertas emociones como la tristeza o la rabia se hacen crónicas, éstas pueden ser muy destructivas y dañinas, en función de lo cual, el aspecto fundamental es aprender a manejar las emociones en la “fase aguda” para evitar que se transformen “en estados emocionales crónicos”. De ahí que se diga que es sano expresar las emociones, especialmente, cuando ello se hace de manera oportuna y en la forma adecuada. Cuando una persona grita cuando siente dolor, de alguna manera está “liberando ese dolor” de su cuerpo.
Asimismo, es distinto tener una rabieta pasajera, al hecho que, por ejemplo, la mujer o el hombre se queden pegados en el enojo en contra de su pareja por diez días y no hablar con ella durante todo ese tiempo: esa condición termina por enfermar a las personas. Dicho de manera sintética: las emociones que se vuelven crónicas nos hacen mucho mal física y mentalmente.
El rencor, el resentimiento, la rabia mantenida en el tiempo es lo que enferma a la gente y esta situación se produce porque en lugar de “vivir la emoción en el aquí y en el ahora”, y luego dar vuelta la página y continuar con la vida, las personas tienden a quedarse pegadas en una emoción.
Quedarse “pegado en la rabia”, por ejemplo, enferma a las personas, porque el individuo no ha sido capaz de cortar el sistema fisiológico, hormonal y químico que se puso en marcha cuando el sujeto se enfureció durante la pelea que sostuvo con su pareja –o con otra persona– y que lo descontroló completamente. Demasiado a menudo vemos, hoy en día, lo que sucede con ciertas personas que se enojan por algún determinado suceso: no dudan un segundo en echar el vehículo encima del supuesto causante del mal, en blandir un cuchillo e intentar agredir al oponente, o bien, sacar un arma de fuego y disparar a quemarropa al causante del enojo. En estos casos, el umbral del enojo ha ido aumentando cada vez más, y cuando el individuo sobrepasa un determinado umbral, lo que viene a continuación es un estallido emocional.
Susana Bloch llama a este estallido emocional “estridencias emocionales” de las que luego se derivan “las estampidas sociales y las revoluciones”, tal como lo hemos visto en Chile con el estallido social y como ha estado sucediendo en Perú, Bolivia, Brasil, Irán, etc., con mucha gente protestando, luchando y muriendo en las calles, a raíz del hecho que las emociones invaden sin freno a las personas y las conducen a la realización de actos impulsivos e irreflexivos que pueden ser muy violentos y destructivos.
De lo anterior se deduce, que las personas debemos aprender a conocer, identificar y modular las emociones para evitar que éstas nos hundan en un laberinto oscuro o en un círculo vicioso del cual, luego, resulta difícil escapar.
Por otra parte, es muy importante estar conscientes de aquello que expresamos con nuestros gestos, miradas y movimientos, ya que las emociones siempre se comunican corporalmente y esos mensajes son percibidos por otras personas y, lamentablemente, pueden ser mal interpretados y conducir a situaciones incómodas y conflictivas. Sin embargo, no siempre estamos conscientes de esta realidad. De ahí el necesario cuidado y control que le debemos a nuestras emociones.
Digamos finalmente, que la técnica desarrollada por la profesora Bloch permite conocer en qué emoción está la persona y, poder sacarla de ella, si esta emoción perjudica al sujeto. Es así, por ejemplo, que si la persona se despierta bajoneada, debe “vivir el patrón de la pena y llorar”, lo que implica meterse en la pena y luego realizar un “step out”, es decir, salir de la pena y volver a un punto neutro, lo que significa que la persona estuvo en condiciones de vivir la emoción de la pena durante un lapso de tiempo, en lugar de quedarse pegado todo el día con la emoción que la afectó.