Líderes que siempre recordaremos con gratitud
Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Académico, escritor e investigador (PUC-UACh).
“Tu puesto, poder o posición jerárquica es temporal. Por lo que vas a ser recordado, es por el trato que le diste a los demás” (Marshall Goldsmith, empresario norteamericano y coach de liderazgo).
Lo primero que hay que destacar al respecto de este tema, es que el respeto por los demás y la conducta ética de las personas son las cualidades esenciales que conducen a una nación a su prosperidad y crecimiento, o bien, cuando éstas faltan, a su desvarío y perdición.
Cuando se analiza el tema del liderazgo, hay ciertos aspectos o rasgos de las personas que siempre tendemos a recordar, especialmente, cuando aquel sujeto que hace de líder tiene un mal desempeño, muestra conductas arrogantes e inapropiadas, es irrespetuoso y abusivo con la gente que trabaja con él o con ella, etc.
Ahora bien, el objetivo de este artículo, es analizar y relevar los aspectos destacables de aquellos líderes que siempre recordaremos con gratitud y afecto. Revisemos, entonces, algunos de estos aspectos:
- Los líderes que fueron una inspiración para nosotros: este rasgo se relaciona con aquellas personas que despertaron o causaron en nuestro ánimo un sentimiento, una sensación, una impresión tan positiva de su conducta o forma de ser, que nos impulsó y motivó a intentar ser como él o como ella. Estos líderes son aquellos que nos inspiran a crecer, a desplegar nuestros talentos y a sacar lo mejor de nosotros. Son aquellos que se ganan nuestra confianza, nuestra lealtad, compromiso e incluso, nuestro cariño, debido al modo en cómo se comportan y afrontan cada situación.
- Los líderes que se preocuparon de desarrollar nuestra propia capacidad de liderazgo: el grato recuerdo se produce cuando el líder enseña, forma y capacita a sus colaboradores en el ejercicio de un liderazgo con carácter ético, mostrando con el ejemplo y yendo a la cabeza de su equipo. Es aquel que nos propone objetivos elevados y que son desafiantes, pero que son razonables de alcanzar, creando una visión compartida de la meta conjunta que se busca cumplir.
- Los líderes que fueron capaces de reconocer nuestro trabajo: para algunos sujetos nuestro trabajo siempre será insuficiente, o bien, es lo que “corresponde que hagamos”, es lo “que se espera de nosotros”, en función de lo cual, jamás saldrá de su boca una palabra de aliento o una felicitación, en tanto que el verdadero líder, aquel que recordaremos con gratitud, está atento a motivar, a incentivar y a reconocer de manera explícita el buen desempeño de un colaborador, premia nuestros buenos resultados, sin escatimar en elogios cuando el colaborador(a) lo merece y se lo ha ganado.
- Los líderes que nos defendieron en el momento que era preciso hacerlo: cuando el equipo no ha sido capaz de lograr la meta que ha sido propuesta, es el líder quien debe asumir la responsabilidad por el fracaso, sin buscar culpables al interior del equipo de trabajo, o, en su defecto, responsabilizar a algunos de los colaboradores por dicho fracaso. Por el contrario: el líder que siempre recordaremos es aquel que nos defendió con fuerza y hasta las últimas consecuencias ante la jefatura superior, haciendo notar que el mal resultado no puede ser achacado a la gente, entregando a la Jefatura superior los argumentos de por qué razón no se consiguió el resultado esperado.
- Los líderes que nos perdonaron el error cometido: al mismo tiempo que el líder nos hace notar el error cometido, también nos entrega la oportunidad para corregir y enmendar dicho error y, por esta vía, volver a reconstruir y recuperar el lazo de confianza que se había establecido entre ambas partes, antes de que se produjera el error, especialmente, cuando tomamos en consideración que lleva años construir confianza entre las personas y apenas algunos segundos para destruirla.
- Los líderes que nos respetaron en todo momento: sin importar la diferencia de jerarquía o status, los líderes que quedan en nuestra memoria son aquellos que evitan la prepotencia, la altanería y la arrogancia, no obstante lo encumbrado que puedan estar en la pirámide del poder. Son esas personas que nos escuchan atentamente y que no nos silencian autoritaria o arbitrariamente, son aquellos que nos entregan grados de libertad en lugar de reprimirnos o de someternos, son los que buscan la unión y la fuerza conjunta del equipo y no su división y destrucción.
Digamos finalmente, que nuestro cargo, nuestros títulos y diplomas son temporales. Lo que realmente importa –y deja una huella detrás de nosotros– es el trato que damos a los demás.
Dicho en otras palabras: el trato humano y respetuoso es lo más relevante.