Personas odiosas y groseras… ¿qué hacer con ellas?

Por Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl – Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)

El Dr. Pier Forni, Director del Departamento “Iniciativa de Civilidad” de la Universidad John Hopkins, Estados Unidos, y autor del libro “La solución civil: Qué hacer cuando la gente es grosera”, consigna en su libro un párrafo que es muy elocuente al respecto de las personas odiosas, groseras y maleducadas, a saber, que “la civilidad se trata de cómo tratamos a los demás en la vida cotidiana y esto se relaciona estrechamente con la ética. El principio de respeto a las personas sostiene que debemos tratar a los demás como un fin en sí mismo, en lugar de como un medio para satisfacer nuestras necesidades y deseos inmediatos”.

Al respecto de lo que señala el Dr. Forni en este párrafo, de más está decir que las personas groseras, odiosas, ingratas y mezquinas –al igual que las alimañas y sabandijas que se arrastran sobre la tierra– siempre han existido y han estado presentes. El problema radica en cómo uno –en beneficio de la propia salud y bienestar mental– puede liberarse y/o defenderse de este tipo de sujetos insoportables e inaguantables.

De acuerdo con lo que plantea el Dr. Forni –un estudioso de esta materia–  “la ciencia nos dice que cuando participamos en actos de civilidad y gentileza, tanto la persona que los hace como quien los recibe terminan beneficiándose. A esto se lo conoce como ‘éxtasis de la persona que ayuda’, ya que se activan una gran cantidad de hormonas y neurotransmisores cuando damos una muestra de nuestra civilidad y cortesía”.

Efectivamente, en numerosas investigaciones y estudios longitudinales se ha confirmado que las personas que son más amables y actúan con bondad tienden a vivir mucho más tiempo que los individuos que no lo son, así como también a llevar una vida más sana y saludable. Es así, que las personas que participan como voluntarios(as) en diversas organizaciones, suelen experimentar menos molestias y dolores al ser comparadas con otros individuos que nunca ayudan a nadie, en tanto que la gente que es bondadosa y compasiva es más propensa a ser más feliz, saludable y a tener éxito en aquello que emprende.

Por otra parte, de acuerdo con las investigaciones del Dr. Robert Sutton, profesor de la prestigiosa Universidad de Stanford, los sujetos groseros, odiosos y de naturaleza maligna sufren “efectos devastadores en sus organismos, en parte, porque sus interacciones desagradables con los demás tienen un impacto mucho mayor en sus estados de ánimo que las interacciones positivas, en un nivel cinco veces mayor”. Dicho de otra manera: para poder superar lo negativo el sujeto grosero necesitaría realizar una gran cantidad de actos positivos.

El Dr. Sutton ha escrito ampliamente acerca de los numerosos beneficios económicos y sociales que tiene el hecho de erradicar a los cretinos y sujetos tóxicos  de los lugares de trabajo. La traducción de su exitoso libro sería, aproximadamente, algo así como: “La regla del ‘cero imbéciles’: la construcción de un lugar de trabajo civilizado y cómo sobrevivir si no lo es”.

El Dr. Sutton hace una distinción entre las “groserías ocasionales” —algo que todos nosotros cometemos de vez en cuando— y los llamados “cretinos certificados”. El listado que entrega este profesor de la Universidad de Stanford acerca de las doce peores acciones cotidianas a través de las cuales podemos identificar a un sujeto certificadamente “grosero, odioso y desagradable”, incluyen:

  1. Insultos y groserías de carácter personal
    2. Invadir sin permiso el espacio personal de otra persona
    3. Llevar a cabo un contacto físico no solicitado
    4. Realizar amenazas y actos de intimidación (sean de carácter verbal o físico)
    5. Hacer chistes sarcásticos y bromas de mal gusto, utilizándolos como fórmula sistemática para insultar y agredir a otros
    6. Ataques y descalificaciones gratuitas por medio del correo electrónico
    7. Ataques a través de las redes sociales, con la intención de denostar y humillar a las víctimas de turno
    8. Avergonzar a una persona en público y realizar rituales de degradación
    9. Realizar interrupciones bruscas y groseras mientras otra persona habla
    10. Realizar ataques y acusaciones de carácter cínico, hipócritas y de doble moral
    11. Efectuar miradas obscenas
    12. Actuar y tratar a las personas como si ellas fueran invisibles o no existieran.

Otra característica –o rasgo– de los “cretinos certificados”, es que muestran patrones recurrentes y persistentes de estas malas actitudes y comportamientos, además de tener una larga lista de víctimas a su haber.

De acuerdo con el Dr. Pier Forni, el esconderse bajo el anonimato también juega un importante rol en el comportamiento relacionado con la falta de civilidad y conducta ética en las redes sociales, al señalar que ahora las personas disponen de “todas estas maravillas tecnológicas que pueden mejorar nuestras vidas y sin embargo, se convirtieron en un sombrío recolector de toxinas morales de nuestra sociedad”.

Según el Dr. Sutton, la conducta respetuosa y civilizada sería un tema que está relacionado con el poder y el carácter de las personas, por cuanto la diferencia entre “cómo un individuo trata a las personas indefensas al compararlas con cómo lo hacen los poderosos sería una buena medida para evaluar el carácter humano”.

Ahora bien, dado el hecho que los individuos groseros y desagradables son inevitables en la vida diaria de las personas, el Dr. Sutton ofrece algunas sugerencias con la finalidad de poder tratar con los “cretinos certificados”. Revisemos algunas de ellas:

  1. Desarrollar indiferencia: si se es víctima de actos groseros, haga un análisis para decidir si es posible enfrentar directamente el problema, o bien, ejercer el fino arte de la indiferencia. Si es posible enfrentar al idiota, bien. Si no se puede, entonces es mejor olvidar el incidente lo más rápidamente posible. Hay situaciones en que las cosas no están bajo nuestro control, en cuyo caso, lo mejor para la salud mental es no darles importancia. La idea de fondo es desarrollar “un mecanismo de defensa” o caparazón refractario donde todo rebote.
  2. Reformular y cambiar la forma de ver las cosas: hay que buscar la manera de reformular un problema o discusión con un “cretino o idiota certificado” de una forma que sea menos molesta. Esta estrategia representaría “un tipo de breve terapia cognitiva” auto aplicada, asegura el Dr. Sutton, por cuanto, si la persona no puede escapar del factor estresante que ello genera, sí es posible reducir el daño provocado al cambiar la mentalidad sobre lo que sucede.
  3. Limitar la exposición: hay que ocuparse de evitar los encuentros con los sujetos “cretinos, groseros e idiotas certificados”. Cuando limitamos la frecuencia y la intensidad de los encuentros con sujetos odiosos e inaguantables, lo que uno está haciendo –de manera sabia– es crear un colchón contra los sujetos tóxicos.

Finalmente, el proceso de desarrollar indiferencia, reformular la forma de ver las cosas y limitar la exposición a sujetos groseros y odiosos, es similar al proceso de meditación implícita en la “Oración de la Serenidad” del teólogo  Reinhold Niebuhr que dice lo siguiente: “Serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que puedo y la sabiduría para reconocer la diferencia”.

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