¡Así soy yo! Y si no te gusta… ¡no estoy ni ahí!

Dr. Franco Lotito C. –  www.aurigaservicios.cl

Conferencista, escritor e investigador (PUC)

 

Cuando escuchamos la frase: “¡Yo soy como soy. Si te gusta bien y si no gusta bien también!”, de inmediato se enciende una luz de alerta en nuestro cerebro, ya que este tipo de respuesta oculta una serie de actitudes displicentes, de absoluto desinterés y desprecio por los demás, ante las cuales se torna muy difícil y complicada la relación entre dos personas, sea que se trate de una relación de pareja, de relaciones familiares o de relaciones con cualquier otro tipo de personas, ya sea de tipo laboral o social.

Detrás de expresiones como estas, generalmente, se esconde una personalidad que puede calificarse de inflexible, rígida e, incluso, de prepotente. Se trata de un tipo de personalidad que está muy lejos de aceptar o siquiera considerar la posibilidad de modificar su conducta, a fin de mejorar la convivencia con los demás, sea que se trate de la pareja, de familiares, de colegas de trabajo o de otras personas.

Responder de mala forma a la pareja, llegar siempre tarde a las reuniones, dejar abandonado al equipo de trabajo de un momento a otro, cambiar de opinión a última hora, perder documentación importante, etc., son algunos ejemplos de conductas en quienes uno escucha la clásica frase “es que así soy yo” o “no estoy ni ahí”.

Otra frase de similar tenor que escuchamos con cierta frecuencia, y que acompaña a las anteriores, es la siguiente: “Yo soy así, ¿qué le voy a hacer? Es mi forma de ser y no voy a cambiar”. Son sujetos que parecieran deleitarse y sentirse felices cuando lanzan este tipo de expresiones, mostrándose hasta “orgullosos de ser como son”, esgrimiendo esta frase como una suerte de escudo, a fin de evitar asumir la responsabilidad sobre sus actos y conductas.

También es una barrera que no permite la posibilidad de mejorar el comportamiento y propiciar cambios internos que podrían hacerle la vida más fácil, tanto al propio sujeto como así también a las demás personas que lo rodean.

El sujeto que adopta una postura de intransigencia y que se obstina en apuntalar su personalidad a través de este tipo de expresiones, lo que hace, es levantar una suerte de muro psicológico para efectos de señalarle claramente a su interlocutor que no está dispuesto(a) a cambiar. Esta forma de expresarse revela que en el interlocutor existe una clara “rigidez de carácter cognitivo y conductual”, aspectos que son indicativos de una realidad que termina siendo muy desgastante y frustrante, por lo menos, para una de las partes involucradas en la relación.

Los estudios realizados acerca del proceso de hacer un “cambio interno” indican que el hecho de “ser uno mismo” no significa que la persona sea inmutable y que tenga que dejar este mundo del mismo modo y estado en el que llegó. La razón es muy sencilla de comprender: las personas están en condiciones de cambiar y, a menudo, ese cambio interno es el que nos permite acercarnos al bienestar psicológico al que debería apuntar todo ser humano.

La conocida frase “Sé tú mismo” tiene varias capas que es preciso analizar, siendo una de ellas la que indica que “ser uno mismo significa estar dispuesto a aprender y a decidir por nosotros mismos”, por cuanto, esto siempre resulta ser mucho más beneficioso –y satisfactorio–  que el hecho de ser una mala copia de otro individuo.

Es cierto, que hay muchas personas que no tienen confianza en sí mismas, que no les gusta como son, o bien, que se sienten inferiores a los demás, todo lo cual, genera serios problemas dentro del ámbito de los trastornos psicológicos, tales como fobia social, dependencia emocional, complejos de inferioridad, ansiedad, tristeza, etc.

Tal como muy bien lo destaca la psicóloga clínica Consuelo Tomás Benlloch, el arte de ser uno mismo conduce a “que tomemos conciencia de que somos personas valiosas, que aprendemos de nuestros errores, que nos respetamos a nosotros mismos y que quienes están en nuestro entorno nos aceptan como somos”, en definitiva, que estamos en condiciones de relacionarnos con las demás personas de nuestro entorno desde la comprensión y  de la diversidad sexual, social, física y mental.

No obstante lo anterior, de la segunda lectura del “ser uno mismo” se desprende un severo problema, a saber, que no es bueno –ni tampoco recomendable– ser uno mismo cuando las personas actúan y se comportan como su peor enemigo, es decir, cuando el sujeto se encuentra atrapado en enfoques y esquemas que son muy dañinos para los demás y para el propio individuo.

Es así, por ejemplo, que no se le puede pedir a una persona que sufre de depresión que sea ella misma. Lo que uno esperaría, es que esta persona ponga en marcha ciertos cambios internos que la conduzcan a ser alguien mucho mejor y en beneficio de su propia salud mental. A raíz de lo anterior, expresiones tales como: “Así soy yo”, “Es mi carácter y forma de ser” se convierten en formas letales y muy venenosas que frenan y coartan el desarrollo personal, emocional e incluso laboral.

En las relaciones de pareja donde el dominio lo ejerce un individuo con características narcisistas o un sujeto que tiene una personalidad egoísta, altanera, prepotente y rígida, es común que surja la frase “soy así, no voy a cambiar. O me aceptas o lo dejamos hasta aquí”, frase que lleva de manera encubierta el chantaje emocional.

Al respecto, es preciso tener muy presente, que en la absoluta mayoría de estos individuos se produce una fuerte resistencia al cambio, donde esta incapacidad para adoptar nuevos enfoques tiene componentes de diversa naturaleza: afectivos, cognitivos y conductuales, los cuales, en su conjunto, están en condiciones de generar una obstinada resistencia psicológica al cambio.

Detrás de las personas que se obstinan en reafirmar que “son como son y que no van a cambiar”, se esconde una armadura o caparazón que está compuesta por el miedo y el temor a asumir su propia realidad, una realidad llena de inseguridades, baja autoestima, frustración, decepción, es decir, dimensiones internas a las cuales resulta muy difícil enfrentar. A lo anterior se suma otro hecho importante: “eludir y escapar de toda responsabilidad en torno a acciones negativas que han sido cometidas por el sujeto” es una característica habitual de quien usa  este tipo de expresiones.

Las personas que sufren de este problema deben comprender que el hecho de cambiar su forma de ser no las alejará de sí mismas, sino que lo que hará este cambio, es conectarlas con quien de verdad es la persona, con todas sus fortalezas y debilidades, sus virtudes y defectos. Nada más y nada menos.

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