Académica lidera proyecto de investigación colaborativa con más de 30 profesionales de 20 países

Acortar la brecha entre la academia y los gestores y tomadores de decisiones para la conservación es sin duda un desafío que tiene Chile y Latinoamérica, específicamente en torno a la integración de los datos genéticos a las estrategias y políticas de gestión para la conservación.

Y es precisamente por ello que la investigadora de la Universidad de Los Lagos, Dra. Constanza Napolitano lideró un proyecto innovador y ampliamente colaborativo que fue publicado recientemente en la revista Frontiers in Genetics.

Se trata de un estudio que involucró a 32 profesionales de 20 países de Latinoamérica, quienes obtuvieron 468 encuestas aplicadas a gestores de la conservación en América Latina, implicados directa y recientemente en la conservación de una especie o área, en una amplia extensión territorial comprendida entre estos países latinoamericanos.

“Comprendiendo la brecha entre conservación y genética en América Latina: Desafíos y oportunidades para integrar la genética en las prácticas de conservación” es el nombre del proyecto liderado por la Dra. Napolitano quien destaca principalmente la colaboración estrecha entre investigadores.

Este es uno de los proyectos más desafiantes y gratificantes que me ha tocado liderar, donde tuve la suerte de colaborar con 32 profesionales de 20 países de Latinoamérica con el objetivo de evaluar la brecha entre conservación y genética en la región. Abordamos desafíos y oportunidades para integrar la información genética en las prácticas de conservación en Latinoamérica, y también la brecha de género, entre otros temas de interés para la región. En este trabajo ofrecemos recomendaciones para superar las barreras que impiden integrar la información genética en las acciones de conservación. Con este estudio queremos contribuir con nuevas reflexiones que nos permitan avanzar hacia una colaboración más estrecha entre investigadores y servicios públicos encargados de la gestión y toma de decisiones para la conservación de la biodiversidad, tanto en Chile como en Latinoamérica”, señala la Dra. Napolitano.

 

EL TRABAJO

Según explica la investigadora, se realizó una encuesta en América Latina para identificar obstáculos y oportunidades para la colaboración entre investigadores dedicados a la genética y gestores para la conservación. Ahí se recogieron un total de 468 cuestionarios contestados procedentes de 21 países latinoamericanos. La mayoría de los encuestados (65%) han realizado o utilizado estudios genéticos en su área o especie gestionada, y estos estudios son considerados relevantes para sus objetivos de manejo para la conservación, contribuyendo a informar las decisiones de manejo. Los encuestados que no habían realizado o utilizado estudios genéticos (35%) pertenecen principalmente al grupo no académico, y entre estos, los principales obstáculos mencionados fueron el acceso limitado a financiamiento, a instalaciones de laboratorio genético, y a personal capacitado para diseñar estudios y realizar trabajos de laboratorio.

Desde hace tiempo se viene discutiendo sobre el desafío de integrar los resultados genéticos a la gestión para la conservación, y cómo las y los investigadores podemos tener más vínculos con los tomadores de decisiones, para que nuestros resultados genéticos no queden encerrados en la academia. Para ello, en nuestro trabajo proponemos agendas ajustadas a las necesidades y realidades de la altamente heterogénea, biodiversa y desafiante región latinoamericana. En específico para Chile, se requiere de un diagnóstico más profundo en nuestro país acerca de los desafíos y oportunidades para integrar la genética en las prácticas de conservación”, explica.

Autoridades del rubro destacaron esta investigación y los beneficios que podría generar.

La Seremi de Ciencia de la Macrozona Sur, Dra. Maite Castro Gallastegui, señala: “Desde el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, destacamos y valoramos profundamente el impacto de la investigación liderada por la Dra. Constanza Napolitano de la Universidad de Los Lagos. Este proyecto no solo resalta la importancia de la colaboración internacional, con la participación de más de 30 profesionales de 20 países, sino que también aborda uno de los grandes desafíos de la región: la integración de la genética en las políticas de conservación. La brecha existente entre la investigación académica y los tomadores de decisiones en la gestión de la biodiversidad es un reto que debemos superar para avanzar hacia una conservación más efectiva y basada en la ciencia“, indica.

La seremi agrega que “este estudio ofrece un diagnóstico claro de las barreras que enfrentamos, y lo que es más importante, plantea soluciones y recomendaciones que pueden guiar los esfuerzos para mejorar el uso de la información genética en la toma de decisiones sobre la conservación en Chile y Latinoamérica. A través de este tipo de iniciativas, reforzamos nuestro compromiso de fomentar el desarrollo de investigaciones que respondan a las necesidades del país, promoviendo la vinculación entre ciencia y política pública. Es crucial que los resultados de estas investigaciones se transformen en herramientas concretas que fortalezcan las políticas de conservación, especialmente en el marco de la nueva Ley 21.600, que abre un espacio significativo para la preservación de la diversidad genética, un ámbito que hasta ahora había sido insuficientemente considerado en nuestras normativas” indica la Seremi.

 

Para Patricia Miranda, jefa del Departamento de Vida Silvestre del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) de Chile “La vinculación de nuestra institución reguladora, con la academia y la investigación, es esencial para contar con información actualizada, basada en ciencia, así como la incorporación de las nuevas tecnologías que nos permitan tomar decisiones objetivas en nuestro rol de protección de la fauna nativa. Asimismo, esta información concreta es necesaria para justificar cualquier modificación, actualización o avance en las materias legislativas de nuestra competencia”.

 

Por otra parte, Diego Ramírez, coordinador regional de la Unidad de Vida Silvestre del SAG O’Higgins, quien ha desarrollado proyectos de investigación en carnívoros nativos junto a académicas de nuestra Universidad, destaca que “integrar los datos genéticos, junto a la ecología, filogeografía y dinámicas evolutivas, nos permite entender mejor los patrones de distribución y mecanismos adaptativos de nuestra fauna nativa, así como los efectos de actividades antrópicas, y de esta manera, podemos tomar decisiones de manejo de poblaciones orientadas hacia la coexistencia y protección de especies amenazadas”. Así también, “la investigación con técnicas no invasivas de muestreo, son ideales para no generar disrupciones en ambientes silvestres”.

 

Mariano de la Maza, jefe del Departamento de Conservación de la Diversidad Biológica, de la Corporación Nacional Forestal (CONAF), comenta “No hay duda que la investigación genética es una herramienta potente para la gestión y conservación de la biodiversidad, con una amplia diversidad de estudios y usos posibles. Lo que resulta importante, considerando que la gestión de la diversidad biológica se realiza en el marco de recursos muy limitados, es la necesidad de establecer prioridades para que los recursos utilizados sean eficientes y que los resultados de los estudios científicos sean realmente utilizados para implementar medidas de gestión efectivas”.

 

Charif Tala, jefe del Departamento de Conservación de Especies, de la División de Recursos Naturales y Biodiversidad del Ministerio del Medio Ambiente, comenta que “Comparto la importancia de acortar la brecha entre investigadores y gestores, ello resulta relevante para la conservación de la variabilidad genética. Tradicionalmente la conservación en Chile la hemos llevado desde especies y ecosistema, sin que el marco regulatorio recoja de manera adecuada la variabilidad o diversidad genética, tan necesaria para asegurar viabilidad de las poblaciones. Desde lo normativo, es importante destacar que la Ley 21.600, publicada en septiembre de 2023, y que crea al Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, considera la preservación, restauración y usos sustentable de genes, y no sólo de especies y ecosistemas, lo que es una oportunidad en esta materia y a la vez un enorme desafío sobre la forma en que será implementada esta facultad”.

 

El artículo está disponible para descarga gratuita en este enlace:

https://tinyurl.com/36zu956e

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