¿Prohibir o Educar?
Por Cynthia Riquelme – Directora Pedagogía en Ed. General Básica, U.Central
Hace unos días, recibimos la noticia de que la municipalidad de Lo Barnechea instalará inhibidores de señales, en sus colegios, para regular el uso de celulares. Quienes somos parte del mundo educativo hemos vivenciado, con anterioridad, la instalación de cajas u organizadores colgantes para dejar estos dispositivos.
Los soportes que se usen para dejar los celulares no resuelven el tema de fondo, pero sí reflota el debate respecto a si los y las escolares deben o no portarlos en horarios de clase. La iniciativa municipal busca “regular el uso de celulares” mediante la prohibición y es ahí donde surge el cuestionamiento pues la evidencia muestra que los procesos de autorregulación, en todo ámbito, se generan de la mano de procesos educativos.
Para que niñas, niños y jóvenes, integren procesos autorregulatorios es necesario el desarrollo de la conciencia de sus procesos de aprendizaje y de su pensamiento crítico. Un desarrollo que toma tiempo y que se logra a partir de ambientes escolares donde la pedagogía dialógica se pone al centro. El diálogo, que allí se produce, habilita la reflexión crítica sobre el mundo y sus problemas, entregando la posibilidad de construir conocimientos de manera conjunta.
En estos días, al analizar este tema junto a niños, niñas y jóvenes, he podido escuchar ideas como que los recursos destinados a estos inhibidores deberían usarse para invertir en más formación para sus docentes y/o en dispositivos o recursos didácticos ausentes en muchos espacios escolares chilenos. Sinceramente, creo que son excelentes propuestas. Los inhibidores de señal déjenlos para centros penitenciarios o para lugares en que, este tipo de bloqueo, es crucial para mantener la seguridad.
La tecnología y la innovación son parte de los actuales desafíos sociales y educativos, nos invitan a salir de las zonas de confort y a movilizarnos hacia comunidades capaces de articular saberes para construir nuevas respuestas. Es más, en lugar de inhibir las señales de celular, los y las invito a preocuparse por las brechas digitales que hay entre las distintas poblaciones escolares de nuestro país. Sin duda, disponer de recursos para este aspecto u otro igual de urgente, sería un verdadero apoyo pues permitiría equiparar las oportunidades y entregar herramientas amplificadoras de aprendizajes.
Nos encontramos en un tiempo en que se hace necesario pensar las escuelas como espacios para desarrollar ciudadanos y ciudadanas felices, capaces de crear, innovar, producir, crecer, colaborar, reflexionar y actuar sobre su entorno para transformarlo.