USS y escuelas rurales de Calbuco fortalecen redes de educación inclusiva

En los caminos rurales de Calbuco, entre cerros y mar, siete escuelas del microcentro Mar y Tierra se han unido con la Universidad San Sebastián (USS) sede De la Patagonia para enfrentar el desafío de fortalecer la educación inclusiva en aulas multigrado. Allí, donde un mismo docente enseña a distintos niveles en una sola sala, nace el Proyecto Colaborativo de Vinculación con el Medio (VcM) Redes inclusivas: aprendizaje y colaboración en educación rural, una iniciativa que une diagnóstico, capacitación y acompañamiento familiar.

El académico Ricardo Paredes, líder del proyecto y coordinador de la carrera de Pedagogía en Educación Diferencial en la USS, sede De la Patagonia, explica que todo surge “a partir de una solicitud formal del Departamento Provincial de Educación, DEPROV Llanquihue, que buscaba apoyo ante la falta de diagnósticos integrales y especialistas en contextos rurales”.

Desde entonces, equipos de estudiantes y académicos han recorrido escuelas, levantado información y definido tres líneas de acción: evaluaciones colaborativas, formación docente y talleres para familias.

Distintas miradas

Cecilia Torres profesional del DEPROV Llanquihue, destaca el valor territorial de la iniciativa, que “permite aterrizar la política educativa nacional a la realidad concreta de los contextos rurales, donde cada escuela tiene características geográficas y sociales propias”. Además, recalca que la articulación entre Universidad, escuelas y nivel provincial “ayuda a que las soluciones se mantengan en el tiempo y motiven a los docentes a innovar”.

El proyecto avanza por etapas. Primero, se desarrollan jornadas de planificación en la Universidad; luego, equipos mixtos —de Educación Diferencial, Medicina, Fonoaudiología y Terapia Ocupacional— viajan a terreno para realizar entrevistas familiares y evaluaciones psicopedagógicas

En los casos que lo requieren, se gestionan derivaciones a las clínicas de la USS para continuar con atenciones de salud. Este trabajo interdisciplinario ha permitido abordar la realidad de escuelas con baja matrícula y gran dispersión geográfica, donde cada visita se transforma en un espacio de aprendizaje compartido.

Aprendizaje con sentido

Para los estudiantes universitarios, la experiencia ha sido transformadora. Constanza Oyarzo, alumna de cuarto año de Pedagogía en Educación Diferencial, comenta que su principal motivación ha sido “poner en práctica los aprendizajes teóricos en un contexto real, con estudiantes que requieren apoyos diversos, no solo académicos, sino también socioemocionales”.

Relata que al entrevistar familias y observar el trabajo en aula “la teoría cobra sentido cuando se aplica en espacios reales, donde los estudiantes pueden expresar sus intereses, dificultades y metas”.

Paredes agrega que la experiencia fortalece competencias clave en la formación docente, como la evaluación para la toma de decisiones, el diseño de apoyos inclusivos y el trabajo interdisciplinario. En las carreras del área de la salud, en tanto, el enfoque biopsicosocial ha permitido desarrollar habilidades socioemocionales como la empatía y la escucha activa.

Una red que crece

El proyecto enfrenta los desafíos de coordinar calendarios universitarios y escolares, viajar a zonas de difícil acceso y articular disciplinas diversas. Sin embargo, los resultados ya se perciben: diagnósticos más completos, docentes mejor preparados y familias más involucradas. “Ha reforzado nuestra vocación por trabajar en contextos reales y vulnerables, donde nuestro apoyo puede marcar una diferencia”, reflexiona Oyarzo.

Lo que queda instalado, concluye Torres, es una red activa entre la Universidad, el DEPROV Llanquihue y las escuelas rurales, una alianza que —como los caminos que conectan las islas de Calbuco— sigue creciendo, paso a paso, hacia una educación más inclusiva y con sentido local.

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