Cinco sugerencias para formar buenos lectores
Por Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl – Conferencista, escritor e investigador (PUC)
Como primera cosa, destaquemos lo siguiente: un niño que gusta de leer, se convertirá, posteriormente, en un adulto que piensa, que razona y que aprende a usar su cabeza y el sentido común.
Ahora bien, de acuerdo con una serie de estudios internacionales, en la gran mayoría de los países donde los celulares, los computadores, tablets, Internet, uso de redes sociales, Facebook, Instagram, WhatsApp, TikTok, etc., se han vuelto la “norma” –en términos de uso y abuso de la tecnología–, la comprensión de lectura y las capacidades lectoras han sufrido una suerte de “proporcionalidad inversa”, es decir, a mayor uso de artefactos tecnológicos, tanto menor es la capacidad de comprensión lectora.
Se calcula que entre el 60% y el 70% de la población de un país –en forma transversal– no entiende, hoy en día, lo que lee. Una población, que además, apenas está en condiciones de hacer algunos cálculos matemáticos mentales con el fin de sumar cifras enteras, sin tener que acudir a una calculadora.
Las excepciones al respecto de estos temas, son países como Finlandia, Singapur, Noruega, Suecia, etc., donde la educación de calidad y la lectura son un hábito de vida, son consideradas verdaderos tesoros nacionales. Recordemos lo que Nelson Mandela, el primer presidente negro de Sudáfrica, repetía muy a menudo: “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”.
Aquellos niños que se acostumbran a leer regularmente y que convierten a la lectura en un hábito, logran tener un amplio y mayor nivel de vocabulario, tienen una mejor capacidad de comprensión lectora, se expresan de manera más fluida, aprenden con mayor facilidad, cometen menos errores –u “horrores ortográficos”–, que es lo que se ve hoy en día en aquellos estudiantes, adultos y profesionales que escriben comentarios en las distintas redes sociales.
Incluso más: a nivel de abogados y de periodistas –en quienes se supone que el manejo correcto del lenguaje es una prioridad–, se advierten errores de redacción y ortografía que llegan a ser muy llamativos, aparte de ser penosos.
Hay que tener muy en cuenta, que los libros representan el puente que facilita la educación y el aprendizaje significativo, y que impulsa a los niños a penetrar en nuevos y atractivos mundos con el fin de descubrir lo enigmático y lo desconocido. Los que hemos leído un libro, sabemos que sus contenidos pueden despertar diversas emociones, sentimientos y reacciones, al mismo tiempo que estimulan en nuestro interior la creatividad, la imaginación y, lo que no es menor, la diversión.
Ahora bien, si usted, como papá o mamá mantiene la vana esperanza de que sea el Estado, el Gobierno y los colegios, los responsables de incentivar y crear el hábito de la lectura en los niños, es mejor, que desde ya, se saque esa ilusión de la cabeza y comience a actuar por cuenta propia. De modo, que si usted, realmente, desea que su hijo(a) se convierta en un gran lector, entonces siga estas simples sugerencias:
- Desde pequeños hágales vivir a sus hijos la experiencia de ver a los libros como si éstos fueran otro juguete más en sus vidas. Esto significa que los niños deben explorar los libros infantiles, abrirlos, mirarlos, tocarlos, de modo que no vean al libro sólo como un elemento inerte, aburrido y que “no hace nada”. En este sentido, utilice una frase, un pensamiento o un dibujo que sea provocador, es decir, que genere novedad, sorpresa, desconcierto, al mismo tiempo que alimenta la imaginación de los niños.
 - Inspire a sus hijos, leyéndoles desde pequeños cuentos e historias acorde con la edad de los niños: hay miles de libros esperando revelar sus maravillosos relatos y aventuras. Tanto es así, que posteriormente, son los propios niños quienes piden a sus padres que les lean algún cuento o que les relaten una historia de algún libro que les gusta.
 - No los obligue a leer lo que usted quiere que lean: lo que usted como padre necesita, es que sus hijos se interesen por leer por su cuenta, y esto sólo puede lograrlo cuando el menor logra dar satisfacción a sus propios intereses de lectura, leyendo acerca de temas que son gratos y atractivos para ellos.
 - Establezca como meta familiar, dedicarle unos 20 a 30 minutos a la discusión y análisis de algunos de los libros disponibles en su hogar: este es uno de los aspectos más poderosos que surge como consecuencia de la lectura habitual, ya que facilita el surgimiento en los niños de una mente analítica y crítica que evitará que terceros puedan ejercer una mala influencia –o un lavado de cerebro– sobre el niño con extrema facilidad, ya que ellos desarrollarán sus propias ideas, opiniones y razonamiento crítico.
 - Fomente en sus hijos la curiosidad intelectual. La razón es muy simple: a mayor grado de curiosidad, es también mayor el deseo de saber, conocer y aprender más cosas. ¿Cómo se logra esto? (a) Creando un ambiente que facilite el diálogo, la conversación y el intercambio de opiniones. (b) Incentivando a los niños para que ellos planteen los temas de su interés. (c) Reforzando la conducta con una felicitación o un aplauso cariñoso cuando el niño ha hecho una buena pregunta, ha dado una buena respuesta o ha entregado una solución a un problema en discusión, producto de la lectura.
 
Además de lo anterior, hay que ser consecuente con el objetivo que usted desea alcanzar y eso significa predicar con el ejemplo. No existe mejor método de aprendizaje que sea significativo, que mostrar con el ejemplo lo que uno quiere o desea para los niños, ya que si usted quiere que se conviertan en buenos lectores, entonces, ellos deben observar que sus mayores también lo hacen. La razón detrás de esta fórmula es muy sencilla: los niños tienden a imitar las conductas de los adultos que están en su entorno más cercano, a quienes, además, aman y consideran como sus referentes y héroes. Así que usted, conviértase en su héroe y referente predilecto, y que sus hijos lo vean leyendo regularmente.
