La casa de todos. Por Alicia Vesperinas, ex presidenta CCHC Osorno y actual candidata constituyente distrito 25.

La casa nos quedó chica, tiene goteras y no tiene accesibilidad universal. Esa es la sensación que tenemos sobre nuestro país y que quedó ratificada con la abrumadora mayoría que expresó su voluntad de reformar nuestra Carta Magna, símbolo fundacional de las reglas que nos rigen.

Cuando se enfrenta la idea de diseñar una nueva casa, se tienen sueños, anhelos, deseos, pero se necesitan profesionales que nos ayuden a generar los planos y conducir esas necesidades para que luego sea posible materializarla.

En esta campaña a constituyentes somos más de 1.100 candidatos, pero solo 155 se sentarán en la mesa y tendrán el deber de diseñar la nueva casa.  Lo más probable es que muchos elegidos no tengamos de antemano el rigor técnico que sí podría tener un abogado experto en temas constitucionales, pero sí podremos representar a las familias que habitarán la casa. Durante esta campaña hemos podido escuchar y entender las necesidades de los ciudadanos, muchas, desatendidas por años, que fueron acumulando el malestar que explotó en el denominado “estallido social”.

Los candidatos debemos ser conscientes de que el simple hecho de redactar una nueva constitución no es la solución mágica a todos los problemas que tenemos. Pero sí, es el diseño de los cimientos y demás estructuras que permitirán ir paulatinamente ampliando la casa a medida que crece la familia y/o accede a mejor nivel económico. Si una casa se construye sobre suelo no apto, se hundirá rápidamente. Si en la constitución solo incluimos un listado de derechos desligados del cómo se pueden entregar, nos hundiremos en querellas y letra muerta que no servirá a nadie, aumentando el malestar.

Tenemos que hacernos cargo de los 185.000 niños que no terminan el colegio. De las 500.000 familias que esperan por una vivienda y que sufren del hacinamiento que perpetúa la violencia intrafamiliar y la pobreza. De quienes fallecen esperando una atención médica. De cómo nos educamos para un mundo en constante cambio. De resolver cómo viviremos con alegría la etapa de la vejez, entre muchas otras cosas.

Tal vez en la constitución no queden escritas todas estas materias, algunas deben abordarse en las leyes y otras a través de políticas públicas. Pero tenemos que asegurarnos de que, al nuevo texto, que es nuestra casa, no le entre el frío en invierno y que todos tengamos un lugar en la mesa para que finalmente cada uno de nosotros tenga las mismas oportunidades para desarrollar su sueño. Es posible.

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