Los efectos del Covid-19 sobre el cerebro

Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl

Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)

Es preciso señalar desde un principio, que no obstante no tener total seguridad de que todas las variantes del coronavirus causen igual daño en el cerebro de las personas, sí es preciso que la población sepa que su cerebro podría verse, eventualmente, afectado, si es que la persona se contagia de Covid-19. Las razones para hacer esta advertencia quedan al descubierto cuando se analizan los diversos estudios que se están realizando en el mundo entero al respecto de este tema.

Es así, por ejemplo, que un estudio llevado a cabo por un equipo de neurocientíficos liderados por la Dra. Gwenaëlle Douaud, profesora del Centro Wellcome de Neuroimagen Integrativa de la Universidad de Oxford y que fue publicado en marzo de 2022 en la revista Nature, demostró “cómo se modifica el cerebro, luego de que la persona se contagia con coronavirus”, aun cuando la infección sea leve.

Los investigadores estudiaron a  cientos de pacientes que se “habían contagiado de Covid-19 al comienzo de la pandemia, cuando la variante Alfa era la dominante”.

El equipo detectó que el Covid-19 provoca una serie de cambios y diferencias significativas en el cerebro, diferencias que fueron reveladas por intermedio del análisis de imágenes de resonancia magnética que fueron hechas antes y después del contagio.

Incluso después de sufrir la persona una infección de carácter leve, las imágenes pusieron en evidencia que el “tamaño total del cerebro se había reducido ligeramente, presentando menos materia gris en las regiones del cerebro vinculadas con el olfato y la memoria”.

Dado que los científicos estaban examinando una infección de carácter leve, para ellos representó una gran sorpresa verificar que había diferencias en el cerebro y advertir, asimismo, cuánto había cambiado el cerebro afectado al compararlo con el cerebro de aquellas personas que no habían sido infectadas.

Si bien, la pérdida más significativa de materia gris se produjo en las áreas olfativas, no está del todo claro, si es el virus el que ataca directamente esta región, o si las células mueren, simplemente, por la falta de uso, después que los pacientes afectados de Covid-19 pierden el sentido del olfato. Tampoco se ha podido establecer si todas las variantes del coronavirus causan en las personas este daño, a raíz de que los escaneos se llevaron a cabo cuando  el virus original y la variante Alfa predominaba y la pérdida del olfato (“anosmia”) y el gusto (“ageusia”) eran el síntoma principal, en tanto que ahora que prevalece la variante Ómicron, estos dos síntomas se han reducido drásticamente.

El proyecto United Kingdom Biobank viene siguiendo desde hace 15 años la salud de más de 500.000 personas, a raíz de lo cual, dispone de una enorme base de datos de escaneos que fueron registrados antes  de iniciarse la pandemia. Esta valiosa información brindó una oportunidad única para investigar el impacto del virus en la salud de la gente.

En función de esta base de datos, el equipo de investigadores reescaneó a 401 pacientes cuatro meses después de su contagio –el 96% de ellos con Covid leve– y a 384 personas que no tuvieron Covid. El equipo descubrió que: “el tamaño general del cerebro de los pacientes infectados se había reducido entre un 0,2 y un 2%”. Es decir, se produjo una pérdida de materia gris en las zonas olfativas y en regiones relacionadas con la memoria. Además, los pacientes que se habían recuperado del Covid, presentaban, poco después, más dificultades para realizar tareas mentales complejas.

Si bien, no se sabe con certeza aún, si estos cambios son reversibles y cuáles son los efectos finales en la salud de las personas, sí sabemos de una gran cualidad que posee nuestro cerebro, a saber, la “neuroplasticidad cerebral” o también “plasticidad neuronal”.

En este sentido, el término plasticidad cerebral hace alusión a la capacidad  adaptativa que tiene el sistema sináptico de las redes neuronales para minimizar los efectos de las lesiones cerebrales a través de la modificación de su propia organización estructural y funcional.

Aquello que se quiere destacar con lo anterior, es que nuestro cerebro es, realmente, plástico, es decir, que puede curarse a sí mismo y, tal como lo consigna la Dra. Douaud, “existe una gran posibilidad de que, con el tiempo, los efectos nocivos de la infección en el cerebro vayan desapareciendo paulatinamente”.

 

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