Académica de la U. San Sebastián desarrolla vacuna contra el Hantavirus

Una de las grandes interrogantes durante la pandemia ha sido por qué, independiente de los factores de riesgo, algunas personas infectadas enferman gravemente o fallecen, mientras otras tienen cuadros leves o incluso inadvertidos. Cómo nuestro sistema inmune reconoce un virus, u otro agente nocivo, y genera respuestas diferentes en distintas personas, es precisamente la pregunta base de la investigación de la Dra. María Inés Barría Cárcamo, investigadora de la Facultad de Medicina y Ciencia de la U. San Sebastián en la Sede De la Patagonia.

La Dra. Barría, quien también es hija ilustre de Puerto Montt, señala que “para hacer mejores diagnósticos, terapias, y vacunas contra enfermedades infecciosas, e incluso autoinmunes, necesitamos comprender la inmunidad humana en sus distintos aspectos”.

Bajo esta premisa, y tras trabajar en virus como la Hepatitis C, Influenza y VIH, se ha especializado en enfermedades infecciosas emergentes. Así, durante los primeros meses de la pandemia se adjudicó el Fondo de Investigación Científica COVID-19 de ANID para estudiar la respuesta inmune de pacientes infectados por el virus a lo largo de la enfermedad.

Uno de los hallazgos principales fue demostrar que luego de la infección por SARS-CoV-2 los anticuerpos se mantienen al menos hasta por 6 meses, algo que al comienzo de la pandemia no se conocía con exactitud. Además, mostraron que la respuesta de anticuerpos es “polifuncional”: no sólo neutralizan o bloquean la infección, sino que también son fundamentales para detectar y eliminar células infectadas. “En el laboratorio encontramos que son estas funciones las que se asocian con la presentación de una enfermedad más leve”, agrega la investigadora.

Actualmente, continúan estudiando y realizando análisis para determinar la evolución de la respuesta inmune en un grupo de pacientes reclutados en la investigación.
Enfermedad “huérfana”
El principal foco de la investigación de la Dra. Barría en los últimos años ha sido otro virus emergente, zoonótico, y en este caso local: el Hantavirus, específicamente la cepa Andes, que circula principalmente en Chile y Argentina con una tasa de letalidad del 30 a 40% (mortalidad que puede darse en sólo 5 días de infección).

En 2018, realizó junto a sus colaboradores un estudio con 30 sobrevivientes de infección con Hanta, analizando su respuesta inmune e identificando los anticuerpos más efectivos para neutralizar el virus. De esta forma, lograron caracterizar y desarrollar “dos anticuerpos recombinantes humanos que son candidatos para su uso como tratamiento, no solo post-infección sino que también en pre-infección para personas en alto riesgo de exposición al virus”.

Junto con ir conociendo a cabalidad el funcionamiento de estos anticuerpos, para el desarrollo de esta vacuna han realizado estudios preclínicos con la colaboración internacional de la empresa Ichor Biologics y organismos como el NIH de Estados Unidos. Sin ellos -dice la Dra. Barría- esto no sería posible ya que, en Chile, y sobre todo en regiones, la infraestructura y equipos necesarios para estos estudios “es muy escasa o inexistente”.

La infección por Hantavirus tiene características de “enfermedad huérfana”, es decir, una enfermedad con bajo número de casos a nivel mundial que no genera incentivos en la industria farmacéutica para invertir en el desarrollado de un fármaco. Por esta razón, durante 2021 se presentó la información obtenida de los estudios ante la FDA de Estados Unidos, la cual resolvió reconocer a los anticuerpos como “medicamento o droga huérfana”.

“Sin duda esto es un hito para el desarrollo de medicamentos en Chile ya que permitiría por primera vez la aprobación ‘fast-track’ de la realización de ensayos clínicos, lo que permite avanzar de manera más rápida en el desarrollo de estos anticuerpos”, dice la Dra. Barría.

Sin embargo, y debido a que no ha sido posible obtener fondos nacionales para realizar estudios clínicos, la estrategia, señala, será postular a fondos internacionales para obtener los recursos necesarios para escalar la producción de los anticuerpos en estándar GMP (Good Manufacturing Practice) y comenzar con los estudios clínicos en Chile. “Una vez obtenidas las aprobaciones con la FDA para los estudios clínicos ‘fast track’, se debería pedir al ISP una solicitud para uso de emergencia”, puntualiza la Dra. Barría.

Desde el sur de Chile
Bajo este contexto, la Dra. Barría recalca la importancia de que Chile cuente con plantas de producción de vacunas y otros fármacos biológicos que se utilizan, por ejemplo, para terapias autoinmunes: “Es la única forma de suministrar a las personas de nuestro país los mejores medicamentos, a las que muy pocos tienen acceso en Chile, y a la vez generar un polo de desarrollo científico-tecnológico”.

En este sentido, a largo plazo aspira a levantar un centro de investigación de excelencia con una mirada biomédica integral, en la Patagonia. Con entusiasmo, señala finalmente la importancia de hacer esto “desde Chile, desde regiones, atraer y formar personas para crear una cultura de la investigación. No podemos quedarnos con los tratamientos actuales, tenemos que ir más allá; siempre podemos mejorar, por lo que queda mucho trabajo por hacer”.

 

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