El trabajo intelectual y la prevención del deterioro cerebral
Por Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl. Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)
“Toda persona –si se lo propone– puede ser el escultor de su propio cerebro” (Dr. Santiago Ramón y Cajal, médico y científico español, ganador del Premio Nobel de Medicina)
Al respecto de esta frase, resulta tremendamente inspirador revisar las respuestas que dio en una entrevista la neuróloga de origen italiano y ganadora del premio Nobel de Medicina en el año 1986, la Dra. Rita Levi-Montalcini, al cumplir 95 años de edad. Cuando el entrevistador le preguntó… “¿Y… cómo anda su cerebro?” Su respuesta fue “¡Igual que a mis veinte años! No noto ninguna diferencia en ilusiones ni en capacidad. Mañana vuelvo a un Congreso médico”. Ante la siguiente pregunta del entrevistador: “Pero algún límite genético habrá…”, la respuesta de la Dra. Levi-Montalcini fue: “No. Mi cerebro pronto tendrá un siglo, pero no conoce la senilidad. El cuerpo se me arruga, es inevitable, ¡pero no el cerebro!”
Diversos estudios han demostrado que aquellas personas que han logrado desarrollar sus capacidades cognitivas e intelectuales están mucho mejor preparadas para afrontar los síntomas derivados del deterioro mental en la vejez.
En un artículo publicado en la revista New Scientist se destaca aquello que se ha denominado la “reserva cognitiva”, es decir, aquella capacidad que tienen algunos individuos que han desarrollado su intelecto más que otras personas, con la finalidad de enfrentar el deterioro cognitivo.
Por otra parte, en un artículo científico publicado en el año 2019 por la Dra. Corinne Pettigrew y la Dra. Anja Soldan, ellas consignan que la evidencia acumulada hasta la fecha respalda la noción de que los niveles más altos de reserva cognitiva están asociados con “un mejor rendimiento cognitivo y con un riesgo reducido de demencia”. Y ¿cómo se logra este objetivo de proteger el cerebro? A continuación analizaremos algunas de las sugerencias que hacen diversos expertos en la materia:
- Ejercite la mente: leyendo y/o escribiendo en forma habitual, haciendo cálculos matemáticos, resolviendo puzles y crucigramas, jugando al ajedrez, al bridge, practicando cualquier deporte que requiera de la coordinación psicomotriz, etc.
- A través de incrementar la capacidad de aprendizaje y creatividad: sin importar la edad de la persona, ésta debe seguir “leyendo y estudiando de manera continua”, ya sea, participando en cursos y talleres, haciendo un diplomado, un magíster, un doctorado, aprendiendo un nuevo idioma, aprendiendo a pintar, a tocar un instrumento musical, etc.
El Dr. Jaakov Stern, investigador de la Universidad de Columbia y director de la División de Neurociencias Cognitivas, asegura que la “reserva cognitiva” es tan válida como cualquier otra droga que una persona pueda tomar con la finalidad de frenar el Alzheimer.
Ahora bien, ¿cuál es la razón de poner tanto énfasis en la realización de trabajo intelectual? Muy simple: “el Alzheimer es una enfermedad grave que implica un trastorno neurodegenerativo del cerebro que representa hasta el 70% de todas las demencias”, cuyos síntomas más característicos son: confusión, deterioro de las habilidades de razonamiento, deterioro de la memoria y de la capacidad ejecutiva, cambios conductuales y de personalidad, etc., todo lo cual, afecta gravemente la capacidad del sujeto para desenvolverse en forma autónoma en la vida diaria, hasta el punto de desorientarse, perderse y no saber cómo regresar a su casa.
Todos los estudios indican que existe una “asociación entre el Alzheimer y una experiencia educativa escasa o limitada” y que un aumento de los logros educacionales retrasaría las manifestaciones clínicas de la enfermedad, en función de lo cual, las personas deberían comprender –y hacer suya la idea– que la fórmula ideal para prevenir el deterioro de nuestro cerebro es, justamente, a través de la realización de trabajo intelectual, mucho más que pensar en la ingesta de medicamentos –o de otros elementos químicos–, buscando frenar el deterioro cognitivo.
El profesor Estanislao Bachrach, doctor en biología molecular y un experto en innovación y cambio, asegura que el potencial cerebral que tenemos es aún “bastante desconocido, por lo tanto, es imposible prever o saber qué y cuánto puede lograr una persona con años de pasión, entrenamiento, compromiso y trabajo duro”.
En rigor, dado el hecho que podemos generar cambios profundos en nuestras vidas, lo menos que le debemos a nuestra salud mental –y también física– es cultivar y desarrollar todo cuanto podamos las aptitudes, habilidades y cualidades básicas con las que hemos nacido por intermedio del esfuerzo y dedicación personal, donde una educación que apunte al desarrollo de nuestras capacidades cognitivas e intelectuales nos permitirá estar mucho más preparados para enfrentar –y, por cierto, prevenir– los síntomas derivados del deterioro mental en la vejez.
Para aquellas personas que desconocen las graves consecuencias y repercusiones que puede tener la enfermedad de Alzheimer en la vida de un individuo, es preciso señalar que ésta es una enfermedad progresiva que, hasta el día de hoy, por lo menos, no se le ha encontrado cura y que es irreversible, por cuanto, las conexiones de las células cerebrales (o neuronas) se degeneran y mueren, condición que, finalmente, destruye la memoria y otras funciones mentales que son importantes para que una persona pueda desenvolverse de buena manera.
Los científicos creen que en la mayoría de los casos, la enfermedad de Alzheimer “es consecuencia de una combinación de factores genéticos, ambientales y del estilo de vida que afectan el cerebro a lo largo del tiempo”.
Digamos, finalmente, que de acuerdo con los datos e información que arrojan las investigaciones realizadas, las mujeres tienen “un riesgo dos veces mayor de desarrollar la enfermedad de Alzheimer que los varones”, aún cuando se sabe muy poco acerca de cómo los cambios en la función cerebral promueven esta diferencia entre ambos sexos.