La última foto… antes del suicidio
Por Dr. Franco Lotito C. — www.aurigaservicios.cl – Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)
En primer lugar, dejemos establecido desde un principio lo siguiente: “los suicidas no siempre parecen suicidas”, tal como claramente demostraremos más adelante. En segundo lugar, es preciso destacar que el suicidio no solo es un problema de salud mental, sino que, además, es un fracaso de carácter social, es decir, nuestra sociedad ha fallado miserablemente respecto de las personas que optan por el suicidio.
En este sentido, de acuerdo con una publicación de “Psicología y Mente” –una organización que ofrece apoyo en salud mental en Europa– el hecho de “provocarse la propia muerte, generalmente, es el producto de un profundo sufrimiento y de la falta de percepción de alternativas para aliviarlo”, y si bien hay un grupo de personas que envía avisos y señales manifestando su deseo de acabar con su vida –denominado “grito de auxilio”– hay otro grupo de personas que pueden aparentar estar contentas y ser felices, para días después quitarse la vida, lo que nos demuestra que “los suicidas no siempre parecen suicidas”, algo que la campaña contra el suicidio llamada “La última foto” quiso demostrar.
Algunas de las frases más frecuentes que se escuchan en boca de los posibles suicidas, son las siguientes: “La vida no merece la pena”, “Pronto dejaré de ser una carga para los demás”, “Para vivir en estas condiciones, mejor es estar muerto”, “Ya no puedo más, estoy cansado de luchar”, “Pronto dejaré de sufrir”, “Ya no tengo nada por lo que vivir”, entre otras muchas frases.
Pues bien, recordemos entonces, que el año pasado se inauguró a orillas del río Támesis en la ciudad de Londres, Inglaterra, una gran exposición con los retratos de 50 personas en formato gigante, quienes, en las fotografías se mostraban muy sonrientes, contentas y felices, ya que los distintos protagonistas de estas fotos se veían celebrando diversos acontecimientos: cumpleaños, la fiesta de graduación, saliendo a compartir una velada o una copa con sus amigos, familiares y/o colegas de trabajo.
Todos ellos aparecían en las fotos como personas relajadas, despreocupadas y contentas. Sin embargo, la dura realidad que se escondía detrás de esta fachada de aparente felicidad era muy distinta, por cuanto, estas fueron las últimas fotos que estas personas se sacaron antes de tomar la drástica decisión de quitarse la vida.
La campaña “La última foto” tuvo como objetivo crear conciencia, demostrar —y mostrar al público que observaba la exposición— que el suicidio, demasiado a menudo, simplemente, no se ve como todos nosotros quisiéramos pensar.
¿Por qué razón he querido destacar esta campaña realizada el año pasado en Inglaterra por estas mismas fechas? Muy simple. Porque me encantaría que en nuestro país el gobierno y las autoridades responsables de la salud mental dejaran a un lado, de una vez por todas, la chimuchina, las descalificaciones y las peleas chicas, y se dedicaran a trabajar de verdad por cosas y situaciones que realmente importan y que tanto afectan a la gente, como lo es el caso de la salud mental de las personas. Al tenor de cómo actúan gobierno y autoridades al respecto de este delicado tema, muy pronto se advierte que no tienen la menor idea de la cantidad de niños, adolescentes y adultos que presentan cuadros de salud mental que ponen los pelos de punta.
De acuerdo con informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la UNICEF más de 800.000 personas alrededor del mundo se quitan la vida cada año, en tanto que otras investigaciones señalan que la cifra superaría con largueza el millón de personas. Lo cierto, es que por cada suicidio consumado se producen muchas tentativas fallidas de suicidio.
Al respecto de lo anterior, resulta importante destacar que una investigación muestra que en los jóvenes entre 14 y 19 años, el primer lugar como causa de muerte lo ocupa el grupo de “Causas Externas con el 59% de fallecimientos”, donde, en los primeros lugares de muerte no natural aparecen “los accidentes de tránsito” y las “lesiones autoinfligidas”, es decir, el suicidio, en tanto que las ideas suicidas en niños se han multiplicado por 20 durante la última década, habiendo teléfonos de ayuda y de apoyo psicológico que reciben hasta quinientos llamados por día por parte de personas de distintas edades que están pensando en atentar en contra de sus vidas.
Debe quedar claro, que todos los casos de suicidio —indistinto de la edad en que se produzcan— representan una pérdida y una gran tragedia que afecta directamente a las familias, a la comunidad y al país mismo por las vidas que se pierden, y que tiene efectos duraderos en los familiares más cercanos de los suicidas.
Ahora bien, la OMS destaca que en la población general, un intento de suicidio no consumado representa el “factor individual de riesgo” más relevante que debe ser tomado en cuenta muy seriamente por parte de todos aquellos que se encuentran alrededor de la persona que atentó fallidamente en contra de su propia vida: familiares, comunidad escolar, entorno laboral, etc., por el alto riesgo que se corre de que el acto se repita.
La exposición llevada a cabo en Londres fue una iniciativa de la Organización No Gubernamental británica llamada Campaña Contra Vivir Miserablemente (Campaign Against Living Miserably, CALM) con la finalidad de crear conciencia en las personas de que los “suicidas no siempre parecen suicidas”, por cuanto, el lema de la campaña “La última foto” lo que buscaba era ayudar a la población a comprender que las distintas señales del suicidio a menudo son casi invisibles o, simplemente, no corresponden a las señales que nosotros esperaríamos ver en un posible suicida, ya que estas personas pueden, incluso, parecer “felices” días y horas antes de quitarse la vida.
La idea de fondo de la campaña es terminar con una serie de percepciones erróneas al respecto de un tema tan sensible como este, así como el estigma que rodea al acto suicida en sí, al mismo tiempo que entregar sugerencias, consejos y herramientas prácticas para hablar abiertamente del suicidio y colaborar para ayudar a prevenirlo.
Entre las principales causas de suicidio en el grupo de adolescentes se encuentran: presencia de trastorno bipolar, depresión, un trastorno límite de personalidad, esquizofrenia, un trastorno de oposición desafiante ante problemas con la familia de origen, consumo de alcohol, drogas y otras sustancias nocivas para la salud, accidentes de tránsito, etc.
Señalemos, finalmente, que en términos estadísticos, a nivel mundial, cada 40 segundos una persona se quita la vida y si bien son las mujeres las que presentan más conductas suicidas, son los hombres quienes, finalmente, se suicidan más y de manera más violenta. Por lo tanto, urge ocuparse de este grave asunto más que mostrar una fingida e hipócrita “sonrisa de preocupación” solo para la foto en el diario y en la tele por parte de nuestras autoridades. Tal como dicen los ingleses: shame on them.