La rabia superó al miedo en las elecciones de Argentina

Por Bernardo Candia Henríquez – Alcalde Ilustre Municipalidad San Juan de la Costa

Las elecciones llevadas a cabo recientemente en la República de Argentina, han demostrado, primero, que fue un proceso democrático ejemplar, en donde los resultados se supieron con bastante antelación a lo programado, y donde el pueblo argentino ejerció su derecho a refugio, en segunda vuelta, en forma ordenada y sin ningún conflicto digno de destacar.

Lo importante de este proceso es que se daba en un contexto, en el cual existía mucho descontento con la clase política argentina, y esto se sustentaba en una crisis económica muy profunda, con una inflación de un 142% acumulada anualmente, con un 40% de pobreza, eso significa que, aproximadamente 18 millones de personas, vivirían bajo la línea de la pobreza e indigencia, con un país altamente endeuda y con déficit fiscal.

Es en este contexto, en donde surge un discurso disruptivo, encabezado por Milei, que apunta a la corrupción de la clase política argentina, a la alta inflación, a los niveles de pobreza jamás vistos en la Argentina, a la gran cantidad de subsidios entregados por las distintas administraciones, principalmente del Peronismo y del kirchnerismo, en los últimos 80 años, que habrían llevado a una crisis terminal a la Argentina y a los argentinos, donde le poder adquisitivo es cada vez menor.

Sin duda, que la “bronca” o rabia, que son sentimientos emocionales muy potentes y movilizadores, a los cuales apeló el candidato, lograron superar a la emoción o sentimiento de miedo, al hacer una apuesta a un candidato que, no tenía una base territorial de sustentabilidad que permitiera dar mas certidumbre al Pueblo Argentino desde el punto de vista de la gobernabilidad.

Lo anteriormente, debe llamar a la izquierda o las izquierdas de América latina, a hacerse una autocrítica, y reflexionar sobre las causas del triunfo de Milei sobre el gobierno de Fernández, y todo lo que representa el kirchnerismo en la Argentina, lo que queda de manifiesto, es que las personas buscan mayores niveles de desarrollo, que se logra con crecimiento económico que,  garantice mayores estándares de calidad de vida, mayor seguridad pública y reducción de la pobreza, como también,  que es inaceptable la corrupción de las instituciones públicas, y sobre todo la condena explícita a la corrupción política. Estos elementos deben ser aquilatados en su justa medida, por quienes ostentan discursos populistas, sean estos de izquierda o derecha.

América latina, y Chile en particular, debe observar estos resultados con mucha detención, para evitar construir discursos permisivos, populistas, demagogos, que no son la vía para el desarrollo y el crecimiento económico, sino que, se requiere actuar para lograr mayores niveles de crecimiento económico, y lograr que ese crecimiento económico se distribuya con mayor equidad, y que las reformas deben hacerse en forma gradual, para que tengan sustentabilidad en el tiempo.

Sin duda que, es un llamado de atención para la clase política chilena, la cual debería enfocarse en los grandes temas que requieren con urgencia ser atendidos; crecimiento económico; reducción de la inflación; captación de mayor inversión extranjera; mejoramiento de infraestructura vial, puertos, aeropuertos; mayor apuesta a la innovación tecnológica, y mejorar sin duda, la capacidad de diálogo político que es el gran déficit que tiene Chile en la actualidad.

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