La sorprendente relación entre la demencia y el nivel socioeconómico

Por Dr. Franco Lotito C. –  www.aurigaservicios.cl – Académico, escritor e investigador (PUC-UACh

Un estudio longitudinal que tuvo una duración de 12 años realizado por investigadores de la Universidad de Huazhong, China, cuyos autores utilizaron los datos del Biobank de Inglaterra de más de 440.000 participantes de entre los 37 y los 73 años, y que fue publicado en diciembre de 2023 por la revista médica británica “Lancet Healthy Longevity” (https://www.thelancet.com/journals/lanhl/article/PIIS2666-7568(23)00211-8/fulltext#%20) sacó a la luz que las personas que pertenecen a entornos socioeconómicos más desfavorecidos tienen tres veces más probabilidades de desarrollar una demencia de aparición temprana, en tanto que si esos mismos individuos tienen un estilo de vida poco saludable, el riesgo se eleva a un 440% más de probabilidades de ser afectados por una demencia antes de los 65 años, al compararlos con personas de más altos ingresos que muestran un estilo de vida más saludable.

En una declaración hecha al diario español EL PAÍS por el Dr. Gang Liu, profesor de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Huazhong, y autor principal del estudio, éste señaló que dicho estudio había “sido uno de los primeros en examinar las complejas relaciones entre los estilos de vida, el nivel socioeconómico y el riesgo de demencia de aparición temprana en personas de 37 a 60 años”, donde “tanto el estilo de vida como el nivel socioeconómico se asociaron significativamente con la demencia de aparición temprana, pero mucho más el segundo”, es decir, el nivel socioeconómico del sujeto.

En esta investigación se determinó que tras ajustar los datos por diversos factores de riesgo, aquellas personas que pertenecían a un nivel socioeconómico bajo presentan un riesgo 238% mayor de demencia de aparición temprana en comparación con aquellas que tenían un nivel socioeconómico alto.

Por otro lado, las personas con tres o cuatro comportamientos de estilo de vida saludable tenían un riesgo 40% menor de demencia de aparición temprana en comparación con aquellos individuos con uno o ningún comportamiento de vida saludable, tales como: alimentación sana, realización de actividad física, reducción de los niveles de estrés, disminución de la ingesta de grasas saturadas y azúcares refinados, dormir y descansar bien, entre otros.

En este estudio se llevó a cabo un seguimiento de 12 años a cientos de miles de participantes tomando en cuenta algunos de los siguientes indicadores: hábitos de vida y la variable de estatus socioeconómico compuesta por la combinación de: (a) nivel de educación, (b) nivel de ingresos familiares y (c) nivel de empleo.

Uno de los resultados más sorprendentes para los investigadores fue que “apenas el 12% de los casos de demencia de aparición temprana asociados al nivel socioeconómico podrían explicarse por factores del estilo de vida”. Este dato sugiere que los individuos pertenecientes a un entorno socioeconómico más bajo no están en condiciones de mitigar el riesgo de desarrollar demencia de aparición temprana aun cuando lleven un estilo de vida saludable. Lo anterior implica que el estatus socioeconómico del sujeto afecta –por sí mismo– a la cognición de las personas.

A modo de ejemplo, se plantea que “una educación de nivel superior puede dar como resultado una reserva cognitiva mejorada que puede compensar la neurodegeneración”, en tanto que la pobreza, estaría en condiciones de “afectar directamente la capacidad cognitiva, ya que una mala situación financiera puede generar una carga mental excesiva, estrés, ansiedad o depresión”, factores que algunos estudios han planteado podrían tener una vinculación con la demencia.

La “demencia de aparición temprana” se relaciona con los casos de demencia que se diagnostican en pacientes que tienen menos de 65 años. De acuerdo con los datos suministrados por un estudio del año 2021, la prevalencia de este tipo de demencias se sitúa en torno a los 119 casos por cada 100.000 habitantes, en función de lo cual, se podría hablar de alrededor de 3,9 millones de personas en todo el mundo con este grave problema de salud mental.

Diversas instituciones y centros de investigación han enviado una fuerte señal de alarma al sistema de salud, al reconocer que el abordaje de las demencias debería convertirse en una “prioridad de la salud pública”, ya que representa un problema social y sanitario de primer orden, debido a que se está transformando en “la gran epidemia silenciosa del siglo XXI” y en un enorme desafío para la sostenibilidad de cualquier sistema de salud social y sanitario, donde el calificativo de “epidemia” no es una exageración, si se toma en cuenta, que de acuerdo con datos suministrados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), “más de 50 millones de personas en todo el mundo sufren demencia, una cifra que se prevé aumente hasta los 75 millones para el año 2030 y hasta los 123 millones en el año 2050”.

Este estudio liderado por el profesor Gang Liu reviste de gran importancia, por cuanto, gracias a la solidez de los datos aportados, el estudio pone sobre la mesa de la discusión un tema que diversos expertos vienen denunciando desde hace décadas, a saber, que la desigualdad socioeconómica genera enfermedades y representa un factor de riesgo tan o más importante que otros a los que, normalmente,  se les ha dado gran trascendencia desde la ciencia y la medicina.

La razón es simple de comprender: se tiende a pensar que la forma de “actuar sobre las desigualdades en salud, es actuar sobre los hábitos y estilos de vida”, y este estudio ha demostrado que esa estrategia es un error, a raíz de lo cual, si no se actúa sobre el factor fundamental que son las desigualdades socioeconómicas, todo lo demás que se haga no servirá de mucho, especialmente, porque gran parte de la promoción de la salud pública sigue muy centrada, hoy en día, en los hábitos de vida, lo cual, en rigor, se convierte en una forma de responsabilizar y culpar a las víctimas con declaraciones tales como: “Es gente que fuma mucho”, es “gente que no hace ejercicio”, es “gente que mantiene una mala dieta”, sin pensar que, demasiado a menudo, estas personas ni siquiera tienen la opción de comer mejor o posibilidades de poder hacer algún tipo de actividad física.

De acuerdo con el Dr. Gang Liu, aun cuando no se puede dejar de lado la relevancia de promover estilos de vida que sean saludables, la investigación realizada respalda la necesidad de que para efectos de reducir la carga de demencia en el mundo, los gobiernos deberán adoptar medidas de salud públicas que apunten a mejorar los determinantes sociales de la salud y, por cierto, promover la equidad económica y la justicia social. Si esto no mejora, lo que tendremos a futuro, será una verdadera avalancha de demencias.

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