Cuarentena en Osorno. Por Luis Navarro Castillo, Matrón, Militante de Revolución Democrática.

El Covid-19 existe y nos acompañará eternamente. Es altamente contagiante si no se usa mascarilla apropiadamente, y su evolución va desde no sentir ninguna molestia, a perder el olfato y el gusto por meses en el mejor de los casos. Es capaz de producir la muerte en personas que tengan enfermedades o condicionantes asociadas. Se trasmite fácil y rápidamente en condiciones de hacinamiento y de pobreza, situaciones tan presentes en Osorno, que tiene el mayor número de campamentos, y el vergonzoso record de poseer el más grande de la décima región. Lamentablemente, para aquellos que sobreviven a las largas jornadas de hospitalización en UCI y ventilación mecánica, las secuelas son complejas, invalidantes y con un proceso de rehabilitación lento y prolongado, a lo que se agrega un costo emocional importante en sus
familias.

Junto al cuadro clínico, los factores sociales determinados por la precariedad y la inequidad de nuestro sistema económico condenan a la supervivencia a numerosas familias osorninas. Es así que, tal como en los 80, aparecen las ollas comunes que se convierten en instancias de participación social, en las que muchas familias han “adoptado a otras”: proveen de cajas de mercadería anónimamente y donde día a día se da batalla al hambre y a la desigualdad.

De esta manera, mientras las grandes empresas aprovechan las facilidades de los permisos colectivos y los vacíos reglamentarios para ser consideradas esenciales, los pequeños comerciantes, feriantes y trabajadores de oficios por cuenta propia deben exponerse a trabajar en clandestinidad para poder vivir y de ser descubiertos enfrentar sanciones con multas imposibles de cancelar.

Las medidas estandarizadas en un manual “paso a paso” no dan cuenta de la realidad de la diversidad nacional. Hoy el gobierno está más centrado en regular los permisos de desplazamiento individual que en analizar e intervenir los determinantes sociales de esta pandemia.

Es por eso que desde la mirada de la calle, popular y ciudadana se pueden proponer y justificar acciones concretas, algunas de ellas muy simples para terminar la cuarentena osornina al corto plazo:

Reorientar el estado de emergencia. Esta situación de excepción constitucional tiene como finalidad poder asignar recursos y poder enfrentar la crisis de mejor manera. Sin embargo, en la práctica para lo único que se ha utilizado es para limitar los desplazamientos y las reuniones, lejos de las necesidades reales de la población como reorientar recursos económicos, fijar precios o evitar acaparamientos.

Terminar con el toque de queda. Está comprobado que no ha dado el resultado esperado. La población sigue transitando en horas de la noche, ocurriendo incluso accidentes de tránsito por la ingesta de alcohol. Produce angustia y tensiona innecesariamente la sociedad.

Mejorar la trazabilidad y establecer cuarentenas dirigidas y efectivas a contactos estrechos. Para lo anterior es imprescindible dotar de recurso humano capacitado a los centros de salud a fin de informar los resultados de exámenes antes de 24 horas, priorizando los resultados positivos y el rescate de información de contactos estrechos.

Educar en el autocuidado promoviendo acciones sanitarias más que prohibitivas. Establecer brigadas de salud que circulen por la ciudad en zonas donde haya aglomeraciones, educando a la población -con ánimo de enseñar y no de sancionar- sobre los elementos de protección como el correcto uso de mascarillas y la necesidad de abstenerse de comer o fumar en áreas comunes.

Establecer un listado real, conocido y socializado de las empresas denominadas esenciales, justificando por qué algunas como las forestales se encuentra dentro de este selecto grupo. Aumentar la fiscalización en empresas y servicios que obtengan permisos colectivos aduciendo a la
condición de esencial. Sancionando a las empresas y no a los trabajadores de aquellas que mal utilicen los permisos.

Aumentar la pesquisa en grupos focalizados, clubes de adultos mayores, enfermos crónicos, servicios públicos para de esta forma optimizar los recursos ocupados en la toma de exámenes.

Mantener las fronteras cerradas. Seamos honestos, si no tenemos la capacidad o la organización para hacer seguimiento a nuestros connacionales, ¿Qué haremos con los turistas que cambian de planes de un día para otro y visitarán diferentes ciudades aleatoriamente?

Si no se interviene en las reales necesidades de la población, procurando un enfoque menos autoritario y más colaborativo en la contención de la pandemia, estaremos aplicando un viejo adagio sanitario, que dice que “el remedio es peor que la enfermedad”.

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