Inteligencia emocional: una gran ventaja personal
Por Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl – Conferencista, escritor e investigador (PUC)
Si bien existen diversas definiciones que intentan capturar la riqueza y variedad de significados que implica el concepto “Inteligencia Emocional” (I.E.), una de las más utilizadas es aquella que señala que la I.E. alude a la “habilidad para percibir, asimilar, interpretar, comprender y regular las propias emociones, así como las emociones de quienes nos rodean, promoviendo y facilitando, al mismo tiempo, el crecimiento emocional e intelectual de las personas”.
La falta de esta cualidad es uno de los factores que hace –literalmente– sufrir a nuestra sociedad debido, principalmente, a causa de las injusticias, la intolerancia, la indiferencia y la falta de respeto hacia la dignidad del otro.
La buena noticia, es que esta habilidad se puede aprender. Si bien, no es un proceso fácil, automático, ni rápido, las personas que están interesadas en su propio progreso emocional logran hacer notables avances, condición que les entrega grandes satisfacciones, tanto personales, como así también familiares y profesionales.
El Dr. Daniel Goleman fue la persona responsable de dar a conocer ampliamente en el mundo científico, académico, social y empresarial el concepto de “Inteligencia Emocional” como tal.
En varios de sus libros el Dr. Goleman destaca que la I.E. nos permite, entre otras cosas:
- Tomar conciencia de las emociones que constantemente nos embargan e inundan: miedo, enojo, felicidad, ira, tristeza, alegría, desesperación, orgullo, etc.
- Identificar y comprender las emociones y sentimientos de quienes están en nuestro entorno cercano.
- Aprender –y saber– cómo tolerar las múltiples presiones y frustraciones que experimentamos en el trabajo y en la vida diaria.
- Reforzar nuestra capacidad de trabajar en equipo.
- Adoptar una actitud empática con los demás, lo que a su vez, nos entrega mayores posibilidades de desarrollo personal.
- Participar y convivir con las otras personas en un ambiente de paz, tranquilidad y armonía.
Adicionalmente, se ha comprobado que la Inteligencia Emocional es el complemento indispensable de la Inteligencia Racional o Coeficiente Intelectual (C.I.) para todo aquel individuo que se ha propuesto alcanzar algunas metas en la vida.
El C.I. –ni siquiera en muy alto grado–, que no va acompañado de otras competencias y habilidades sociales, resulta ser absolutamente insuficiente para triunfar en la vida. El disponer tan sólo de un alto C.I., no alcanza para tener éxito y ser felices, ni en el mundo empresarial y académico, ni en la relación familiar y de pareja, ni tampoco para guiar y liderar adecuadamente a un grupo de personas.
En cambio, cuando un individuo medianamente inteligente, que tiene –y utiliza– su inteligencia emocional, entonces a esta persona le resultará mucho más fácil y factible revertir las dificultades familiares y de pareja, resolver de manera apropiada los conflictos en el lugar de trabajo, mejorar los ambientes negativamente cargados, lograr liderazgos motivadores y, finalmente, manejar positivamente equipos de trabajo de alto rendimiento. Lo que se ha descrito más arriba, constituye lo que podríamos llamar una “ventaja competitiva”.
La mayoría de la gente desconoce que la I.E. se compone de cinco elementos o factores cruciales para que alguien pueda decir que es un sujeto con I.E., en que los tres primeros factores se relacionan directamente con uno mismo, en tanto que los últimos dos sólo se pueden evidenciar en relación con las demás personas. Revisemos los cinco factores:
El primer componente es el “autoconocimiento”, es decir, que el sujeto se conozca a sí mismo y pueda identificar de manera objetiva, tanto sus fortalezas como también sus debilidades, y en consecuencia, sea capaz de reconocer sus limitaciones y sepa cuándo debe pedir ayuda a los demás.
El segundo factor es la capacidad de “auto-control o autodominio”: las personas que poseen esta característica, son personas capaces de conservar la compostura bajo condiciones de estrés y mantenerse serenos y seguros en medio de una crisis.
El tercer factor se relaciona con la “auto-motivación”, es decir, son individuos que no requieren de terceros para emprender las actividades y acciones que sean necesarias para el logro de una meta determinada.
El cuarto elemento se vincula con la “empatía”, un aspecto crucial en el establecimiento de una relación positiva con los otros y que implica varios pasos: escuchar activamente a la otra persona, procurar comprender qué es lo que nos está transmitiendo el sujeto, generar un clima de confianza y, finalmente, ayudar a encontrar de manera conjunta una solución al problema que pudiera estar agobiando a nuestro interlocutor.
El quinto y último factor se relaciona con la “capacidad de trabajar de manera colaborativa”, es decir, trabajar en equipo, condición que permite la posibilidad de convivir con los demás de manera serena, en paz y en tranquilidad.
Si usted tiene –o está desarrollando– estos cinco factores, entonces usted puede tener la certeza que va en el camino correcto para alcanzar el éxito y la felicidad que se merece en la vida. Si es así, es usted muy afortunado y puede darse con una piedra en el pecho, ya que demasiada gente en el mundo no es –ni será jamás– capaz de lograrlo.
